domingo, 9 de septiembre de 2012
CAPRILES: ¿Misiones?
En
un esfuerzo por acercarse a la emocionalidad popular sin confrontarla
y superar una de las fortalezas centrales del presidente Hugo Chávez,
la estrategia de Capriles Radonski como candidato presidencial, ha
sido intentar vestirse con banderas “progresistas”, en esta
dirección ha afirmado reiteradamente que buscará preservar las
misiones sociales.
En su programa en el
artículo 390, plantea como “el gobierno de Unidad Nacional
integrará las Misiones dentro de un plan coherente y articulado, que
reduzca la discrecionalidad del Despacho de la Presidencia y
responsabilice a los Ministerios competentes de una transparente y
eficiente Administración de los recursos.”
Pero esta declaración
de buenas intenciones es inmediatamente refutada cuando deja clara su
política fiscal, la cual asumirá una vía restrictiva, de reducción
progresiva del gasto público. Para cualquier iniciado en los debates
de política pública y social, es claro que un compromiso del estado
social con la garantía de los derechos económicos y sociales, exige
en principio una política de expansión del gasto público, el
estado social exige una arquitectura financiera que le de viabilidad
y lo realice en la cotidianidad de la gente, no solo en la formalidad
de los documentos.
El desmonte de la
política social y su instrumento fundamental, como son las misiones
se hará progresivamente; pero finalmente se desmontarán, así lo
afirma el programa de Capriles Radonski en el artículo 388, en el
cual afirma que “Aunque es necesario reorientar la gestión fiscal,
es indeseable una drástica e inmediata reasignación del gasto
público, teniendo en cuenta que el gobierno ha atado a él los
ingresos de muchas familias y ha destruido oportunidades de empleo en
el sector privado. Este es un espacio en el que la disciplina y la
gradualidad deben ser conciliadas.”
Todos conocen como en la
configuración de las misiones sociales, el gobierno revolucionario
recurrió a instrumentos novedosos que le garantizaban un efectivo
respaldo financiero para la gestión de éstas, es así como surge el
Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN),el cual se constituye a partir
de los aportes de Pdvsa y el Banco Central de Venezuela, esto en
contravía a las tesis neoliberales que definieron como criterios
inamovibles en la gestión de la economía nacional, la autonomía
del BCV con el mantenimiento de las reservas internacionales
intocadas en bancos extranjeros y la intransferibilidad de utilidades
operativas de PDVSA al fisco nacional.
Un verdadero golpe a la
ortodoxia neoliberal, el gobierno responsablemente coloca un techo
necesario de las reservas para mantener la estabilidad
macroeconómica;pero los excedentes sobre este techo fueron dirigidos
a la inversión social y productiva, igualmente PDVSA, se configura
en el motor y soporte fundamental del desarrollo social. Toda esta
instrumentación, se desarrolló desde un enfoque en el que los
activos nacionales y del estado son vistos como bienes públicos al
servicio de la calidad de vida y felicidad de la gente.
El programa de Capriles
está direccionado al desmonte del FONDEM y a la revisión de la ley
del Banco Central de Venezuela, limitando su participación como
palanca del desarrollo nacional, es decir, apunta al desmonte por
asfixia financiera de las misiones sociales, al respecto plantea en
su artículo 274, la “eliminación o integración de los fondos
parafiscales (fondem y otros) dentro del presupuesto único”.
Así mismo en su
artículo 408, propone recuperar el enfoque neoliberal en el manejo
del Banco Central de Venezuela, al respecto “También se prohíbe
al BCV financiar gasto público y convalidar políticas fiscales
deficitarias. Por tanto, la autonomía del BCV debe ser respetada
como un valor social tanto por el gobierno como por el Directorio del
emisor y otros grupos de interés, y el Directorio debe responder por
los resultados de su ejercicio en el logro de sus
objetivos,claramente indicados en la Constitución.”
La prédica económica
neoliberal subyacente en el programa de Capriles, encara el análisis
de las finanzas públicas desde el problema del ingreso y el gasto,
así como su relación de déficit o superávit en el sistema de
presupuesto; pero haciendo uso de un doble racero, evita asumir la
visibilización y análisis del problema de la tributación y la
obligada redistribución del ingreso, lograr que quien más gane más
aporte al desarrollo de la sociedad, también invisibilizan la fuga
de divisas y el no compromiso del capital privado en el desarrollo
económico y social.
La conducta rentista y
de no inversión de la burguesía venezolana, llevó a la crisis
monetaria de 1983, no fue la expansión del gasto social, pues este
era profundamente regresivo para entonces. Esta crisis fue el inicio
de un ciclo de crisis monetaria para el país, los años de
revolución bolivariana si bien han logrado un mayor equilibrio
macroeconómico, no han logrado escapar a la inercia e impacto del
juego y circulación de capitales al que se ve sometida.
La mirada neoliberal de
la sociedad, ha pretendido mostrar los ciclos estructurales de la
inflación y la debilidad del bolívar como patrón de
convertibilidad en las transacciones comerciales nacionales y
globales, así como producto de la expansión en el gasto público;
sin embargo, nada dicen de los juegos especulativos del capital
financiero y su trasegar desindustrializador, nada se habla de la
compulsiva tendencia a exportar dinero en sumas astronómicas que
convierten a Venezuela en exportador de Petróleo y exportador de
dólares.
Según un estudio del
grupo británico Tax Justice Network, publicado recientemente, entre
1970 a 2010, un grupo de millonarios venezolanos envió 405.000
millones de dólares a los paraísos fiscales.
Esto sitúa a los
venezolanos en un tercer lugar pues en primer lugar están los
brasileños con 519.000 millones de dólares y, en segundo lugar los
mexicanos con 417.500 millones de dólares.
Todo este dinero
equivale a 13.5 veces las reservas internacionales de Venezuela y es
producto de prácticas de evasión y fuga de los circuitos de la
economía nacional. Estas cifras desenmascaran las prédicas
neoliberales de los actores articulados alrededor de la candidatura
de Capriles Radonski, muestran la falacia en sus esfuerzos de
austeridad fiscal, las cuales pretenden que el estado ahorre, para
maximizar ganancias y exportar capitales, su objetivo es reducir el
gasto social y así garantizar dinero líquido para transferir a los
organismos financieros internacionales, para beneficio del gran
capital y sus tecnócratas.
Los criterios de
política económica y social con criterios socialistas, plantea por
el contrario , la necesidad de incentivar la economía desde la
inversión y no con austeridad monetarista, los cuales solo proponen
reducir gasto público e inversión.
Es la política
económica socialista la que ha logrado la tendencia de reversión de
la pobreza, como producto del incremento de la inversión social.
Mientras la inversión social con respecto a los ingresos fiscales en
el periodo 1988-1998 era de 36,6%; entre 1999 y 2009 subió a 60,6%.
Inversión que se ha mantenido a pesar de los retos que ha tenido el
gobierno bolivariano con el golpe y el paro petrolero del 2002 o la
crisis económica y caída en los precios petroleros del 2008.
Como hemos demostrado,
en el transcurso de este artículo, la base restrictiva del gasto
social propuesto por Capriles, llevará inexorablemente al desmonte
de las misiones, para luego en un tiempo político apropiado lograr
transferir la salud, la educación, la vivienda, las pensiones como
un gran negocio para el gran capital.
La confrontación entre
estos dos modelos de política económica y social se acerca. El 07
de octubre los venezolanos escogerán entre ratificar la continuidad
de una política construida para el buen vivir de la gente y las
mayorías, o la mercantilización de la vida de muchos para el
beneficio del capital y de unos pocos.
Jesse Chacón
Director GISXXI
http://www.gisxxi.org/articulos/capriles-%C2%BFmisiones/#.UE0QKfJz-eU