martes, 11 de octubre de 2016
He aquí los espantosos pecados por los que Baltazar se hizo acreedor a un Cardenalato
La
Iglesia está como en la Edad Media, como en la época de los
Borgias, como siempre. Por ejemplo, a un cura honesto, trabajador,
sencillo nunca llegará ni obispo auxiliar. Hay que ser bien
sinvergüenza para ir escalando en los grados de Iglesia y eso está
muy bien dibujado en la novela “Rojo y Negro” de Stendhal. Bueno,
y Baltazar Porras se ha ganado este título que también lo han
ostentado sacrílegos, incestuosos, pedófilos y horribles asesinos
como César Borgía. Incluso 12 cardenales papables fueron acusados
de pedófilos, como el cardenal Norberto Rivera que encubrió las
acciones del poderosos degenerado de Marcial Maciel.
Ahora
la Universidad de Los Andes está proponiendo que a Baltazar Porras
también se le dé el Doctorado Honoris Causa. Se lo merece, así
como se lo mereció Gonzalo Barrios, como ahora se lo merece Lorenzo
Mendoza, y nunca se lo mereció Juan Félix Sánchez, ni Luis
Zambrano, ni Epifania Gil, por ejemplo.
Si
el obispo Baltazar Porras se hubiese declarado hombre de izquierda la
tierra, media Venezuela habría temblado sacando a colación un
listado de mujeres con las que este señor se ha acostado, y muchas
de ellas reclamándole la paternidad de sus hijos. Por eso el obispo
Porras no le quedó otro camino que volverse cada vez más radical de
derecha para que los poderosos medios lo protejan, y para que todo lo
que se diga sea catalogado como de invento y maldad del chavismo.
Cuánto derroche de locura desatado por este señor durante su
juventud.
¡Dios
mío, si el Papa conociera la verdad! Pero bueno, es que además
todos los Papas son iguales.
Nada
santo, por ejemplo, fue ese fastuoso sauna para dos personas que se
hizo construir Porras en el palacio Arzobispal de Mérida.
El
tutor del obispo Baltazar Porras Cardozo, fue don monseñor Miguel
Antonio Salas, quien tuvo unos desvaríos con una señora de Valle de
la Pascua. (Mérida es un infierno de perdición de curas. Al cura de
San Rafael de Mucuchíes lo mató un pleito horrible que armaron sus
amantes, invito a que se lean el libro “Obispos o Demonios”).
Quien
inició a Baltazar en sus calaveradas fue, digo, monseñor Salas
quien lo conoció en Calabozo (Estado Guárico) y le vio y le midió
sus temibles y densas agallas; el joven Baltazar llevaba en Calabozo
una vida nada recatada. Calabozo es un pueblo infernal por lo
caluroso, y el llamado del “burro llanero” vuelve loco a los
hombres, y ante esto no hay sotana que valga. Allí hizo muchas
locuras Baltazar con esas fogosas muchachas campesinas, y a él se le
conoce un hijo que hoy tiene más de cuarenta años y que
regularmente va y le hace visitas en su palacio Arzobispal de Mérida.
A Baltazar, por su vida nada santa, lo tuvieron que sacar de Calabozo
y lo mandaron para Salamanca (España), siempre muy bien protegido
por don Miguel Antonio Salas. Allá en España desató Baltazar todas
sus pasiones, empinando el codo y viajando a lo grande. No se perdía
una sola corrida de toros y se hizo muy experto en las fiestas
bravas, y hasta estuvo en los campos de Andalucía aprendiendo algo
como la lidia del toro bravo, el asunto de la variedad bovina de los
lances con el capote: La
Verónica y la
Media Verónica,
Largas, Gaonera, Faroles y Chicuelinas.
Cuando
volvió a su bella Venezuela, andaba con esa fiebre de torear y un
día en una de esas haciendas de ricos (al parecer en las de los
Grisolías) se puso a torear un novillo y el animal lo cogió por una
nalga y lo revolcó muy feo. Anduvo un tiempo descalabrado. La
insólita croniquilla salió en un diario del Táchira y se le
atribuyó al padre Ecio Rojo Paredes, director del diario El
Vigilante. Don Ecio Rojo, muy inteligente por cierto, tenía un
hermano, obispo de Calabozo, y quien conocía el personaje al
dedillo. Baltazar le hizo la guerra y la cruz a don Ecio y hasta que
no le vio el hueso y bien enterrado, no lo dejó en paz.
En
Mérida, siendo obispo auxiliar de don Miguel
Antonio Salas, Baltazar se dedicó a orgías y banacales, en las que
se le unían amiguetes del rectorado de la ULA y de la Gobernación.
Una de sus amantes fue profesora de la ULA. Estaba muy bien dotada
(de pechuga) aquella dama, ya hoy entradita en años. ¡Ay, si esas
paredes del palacio Arzobispal, hablaran! Téngase en cuenta que un
grupo de cursillistas estuvo completando una serie de procedimientos
para acusar a don Baltazar en Roma. Tenían hasta vídeos sobre el
asunto. Por estas debilidades monseñor Porras perdió la amistad con
los padres Anzil y Ramón Flores.
Por
eso, insisitmos, Baltazar buscó protegerse ardientemente con los
desaforados medios de comunicación como Globovisión, porque todo lo
que pudiera salir a flote sobre su vida, entonces él podría
declararlo como parte de una campaña perfectamente ejecutada por el
“régimen dictatorial chavista” en su contra. Estos curas, como
el Luis Ugalde, sí es verdad que pueden hacer todos los delitos que
les venga en gana, y nadie tocarles un pelo…
Pues,
bajo la dirección de Salas, monseñor Porras se hizo un artista del
disimulo; se fue empapando en esa manera admirable de entrometerse en
las cuestiones del Estado y de los partidos para recibir buenas y
jugosas donaciones y apoyos financieros. Monseñor Salas era atrevido
y audaz a la hora de entrometer a la Iglesia en cuestiones
partidistas: En 1988 cuando se hizo la primera elección de
gobernadores en Venezuela, monseñor Salas se cuadró con el
candidato de Copei, doctor Jesús Rondón Nucete; los curas
recibieron la orden de hacer en sus homilías proselitismo político
a favor de este candidato, y lo más insólito fue que el día
domingo cuando realizaban las elecciones y cuando estaba terminante
prohibido por el Consejo Supremo Electoral que se hiciese propaganda
por medio alguno, monseñor Salas ordenó encartar en la prensa
nacional y local un escrito a favor de Rondón Nucete. Y aquel empuje
fue determinante para que ganara El Reyecito (como llaman a Rondón
Nucete) ganara.
La
euforia arzobispal fue tal que para celebrar el triunfo ordenó
Miguel Antonio Salas hacer un Te Deum. Todo esto de la manera más
cínica y baja. Estos curas sinvergüenzas se dan “la gran vida”
precisamente porque son los que menos creen en Dios. Dicen estar
contra el aborto, pero bajo cuerda son los que más mandan a abortar
niñas que ellos mismos se cepillan en sus criminales cacerías.
Nuestros
pobres países están repletos de víctimas de los desquicios de
algunos curas. Qué crimen resulta que muchos de ellos vivan violando
niños y niñas y no asuman ninguna clase de responsabilidad por sus
actos. Hay está el caso espantoso del otro obispo Roberto Lückert,
monstruoso pedófilo, íntimo amigo de don Baltazar. Por eso mismo
tienen tantas mujeres y también machos, y sobre todo mujeres casadas
que son las que por su condición están incapacitadas para reclamar
nada. La Iglesia es el hombre que las acoge a todas. No saben después
qué hacer con todos esos niños no deseados que procrean, con madres
adolescentes que son víctimas de las locuras repentinas de obispos y
curas. A esos curas les importa un pepino que vengan hijos como sea,
y luego la Iglesia les pone a esas pobres mujeres condenas
monstruosas por haberlos tenido: No se los quieren bautizar, humillan
a las pobres con reprimendas morales y castigos espirituales. En
algunos colegios católicos se les exige a los niños la partida de
matrimonio de los padres para poderlos inscribir, y no se aceptan
hijos de parejas divorciadas. ¿No es acaso esto un cinismo y una
monstruosidad? Verdaderamente que no hay nada en el mundo más
insensato que la teología.
La
sexualidad, señores, no hay Cristo que la reprima. Si los obispos se
reprimieran no tuvieran esos cuerpos que se gastan, esas naves
“milagrosas” que ofenden a todo mundo ni a esos niños que los
llaman “tíos”,
y después tienen el valor de ir a marchas “Por la defensa de la
vida”. No nos jodan.
Los
delitos penales y los antecedentes golpistas de don Baltazar Porras
Cardozo son como para compilarlos en varios volúmenes; someramente
referiremos algunos.
Para
el Vaticano es de humano “pecar por faldas” y violar niños y
niñas, dicen. Por otro lado, nada le encanta más a una beata que
entregarse a un cura bien hundido en algún muy nefando pecado
capital. Porras era experto en andar empinándose garrafas de vino en
las Ferias del Sol de Mérida al lado de un farandulero como William
Dávila Barrios, por ejemplo. Porras no sabe ni redactar una carta,
la verdad sea dicha. Tiene el título de cronista de la ciudad de
Mérida y se busca a estudiantes de la Facultad de Humanidades de la
ULA para que le hagan todos esos trabajitos que luego él publica.
Porras,
así como miente todos los días cuando se mete en el tema de la
política de partidos, así lo hace cuando se mete entre sábanas,
con esa media sonrisita cínica que dice mucho. Vive en un estado de
pertinaz y voraz angustia solicitando que le hagan reconocimientos.
Aquí en Mérida ha arrasado con todas las medallas que se otorgan a
personalidades importantes. Todo eso para tratar de compensar lo que
nunca pudo ser: un creador.
Pero
los males de este hombre a la República son ya memorables e
incuantificables: despojó a las monjas coromotanas de sus bienes y
propiedades, y por ello fue demandado; le ocasionó un gran desfalco
multimillonario al Hospital Sor Juana de la Cruz, cuando él presidía
la Fundación “Sor Juana Inés de la Cruz”. La Fiscalía comprobó
el delito pero no le hicieron nada porque si aquí el Estado toca a
un obispo se forma la Dios es Cristo. En lo del Golpe del 11-A, todos
sabemos quiso insultar a Chávez y decirle todo lo malo que había
hecho en su gobierno. Se metió en Fuerte Tiuna para pedirle al
Presidente que renunciara. Fue de los que escogió junto con el
Cardenal Velasco a Carmona con jefe máximo. Fue de los primero en
visitar a Miraflores la mañana del 12-A. Después que estuvo
descubierto el patuque presionó a TSJ con pertinaces comunicados
desde la CEV para que se determinara que lo que hubo fue un vacío de
poder. Más tarde impulsó con furia el paro petrolero y durante ese
horrible diciembre de 2002, celebró el sabotaje negándole las misas
de aguinaldo al pueblo, negando el Nacimiento del Niño Dios,
oponiéndose con toda su alma que los colegios católicos abriesen
las puertas a sus alumnos durante cuatro meses. Más tarde fue de los
que más visitó a Globovisión pidiéndole el referendo a Chávez
para sacarlo del poder; después, derrotado en las elección, se
embanderó con los más radicales para decir que las elecciones
habían sido un fraude total. Después defendió a muerte a todos los
comprometidos en el atentado contra Danilo Anderson (uno de los más
activos en este atentado fue el Cardenal Rosalio Castillo Lara).
Nunca dejó de tener un papel preponderante en todos los hechos
golpistas contra el país entre 2003 hasta hoy, y lo más criminal
fue que declaró que Nixon Moreno no le había hecho absolutamente
nada a la distinguido Sofía Aguilar. Él fue quien luego escondió a
Nixon en Mérida y el que después tuvo la brutal idea de meterlo en
la Nunciatura; y fue él quien luego se trasladó con un séquito de
profesores ultra-derechistas de la ULA para hacerle una misa en la
Nunciatura al violador porque el Consejo Universitario había
decidido regalarle el título de politólogo a Nixon. Hoy defiende a
muerte a los sentenciados comisarios de la PM, y vuelve a repetir por
enésima vez que aquí no hay democracia, ni justicia ni derechos
humanos. En fin, mucho peor que el presbítero José Ambrosio
Llamozas, vicario y capellán de los ejércitos de Boves.
Cuando
se dieron las elecciones para Gobernador en Mérida en el año 2000,
se produjeron saqueos en Mérida, algo que fue algo planificado por
la gente de William Dávila Barrios. Intentaban los adecos enturbiar
un reconteo de votos. William andaba hablando de guerra civil, de que
lo iban a matar, de que era el ser más aclamado... y se reunió
en Milla con sus cuadros de adeptos y planificar actos de terrorismo.
Y como vinieron a apoyarlo el cura Omar Calderón y el Timoteo, y el
obispo Porras estaba también echando más fuego al fuego (con APOYO
INTERNACIONAL), la idea era implantar un estado de total
inestabilidad en la región. Andaban armados los saqueadores y en
cambote entraron en varios comercios y destrozaron un banco.He aquí los espantosos pecados por los que Baltazar se hizo acreedor a un Cardenalato
Lo
del ambulatorio Sor Juana Inés de La Cruz fue espantoso. Incluso, no
sólo que vendían las medicinas que les donaban, y que cobraban a
mansalva y su director se daba la gran vida, sino que el dinero que
recibían (o siguen recibiéndolo), por ejemplo de México, dejaron
de hacerlo a través de bancos nacionales y las operaciones se
realizaban mediante un banco en Cúcuta.
Pero
a don Baltazar ya no le queda tiempo para pensar en Dios, enredado
como está con las cosas más bajas y mundanas. Daba al menos cuatro
declaraciones diarias a los medios de comunicación, luego salía a
la calle a unirse a una manifestación que lo respaldaba presidida
por beatas y gente curera que cree que a Baltazar lo estaban
crucificando los demonios comunistas de Chávez. Baltazar paseaba el
Santísimo y desde una tarima lanzaba un speech y saludaba a su
feligresía, echándole la bendición. Sonría y sonría. Nunca deja
de sonreír, y su sonrisa, véanla, es fea; una mueca. Su rostro ha
acabado por volverse una máscara, al igual que su gangosa y falsa
voz con la que procura inspirar compasión, comprensión religiosa y
amor… Y entonces al igual que cuando inventaron que con la nueva
Constitución, Chávez iba a destruir el derecho a la vida, y que a
los viejitos los iban a matar antes de tiempo, llenaron la catedral
con chamos de los colegios católicos, en estas jornadas de
purificación del Arzobispo por las acusaciones ante la Fiscalía,
han vuelto hacer el mismo show. Resulta que este país está
condenado a ganarse todos los años la Copa internacional de
Corrupción “Vinicio Carrera” porque a ningún caimán gordo de
la oposición se le puede investigar. Forman un horrible escándalo,
y después te quieren amenazar con lo de la OIT, la SIP, la OEA, la
ONU, y la burda pureza del Vaticano.
Resulta
que atacar a don Baltazar es atacar a la Iglesia. Don Baltazar, como
todos los políticos poderosos de este país siempre se ha
considerado blindado contra el ataque de los gentiles. La mística de
los medios de comunicación siempre lo protegen. El que ataque a una
eminencia tan “excelsa y extraordinaria” no puede menos que ser
considerado de canalla, abusador, irrespetuoso o loco.