martes, 1 de marzo de 2011
Wisconsin, ¿episodio sumergible o rebelión popular?
Homologada irónicamente con las revueltas en el Medio Oriente y oculta en los grandes medios con la obsesión por el petróleo libio en medio de la sucesos en ese país, la batalla de Wisconsin no parece un episodio sumergible en los grandes lagos que bordean las fronteras de ese estado de la Unión.
Para los fanáticos de la libertad de expresión, lo que sucede en el emporio agroindustrial y turístico del Medio Oeste norteamericano no es más que una jornada de manifestaciones y huelgas, atributos del sistema que Estados Unidos y sus aliados otanistas quieren importar "a sangre y fuego", por encima de diferencias nacionales, creencias y culturas.
Si el contenido de las protestas, argumentos de sus protagonistas, adhesiones y preocupaciones que suscitan tuvieran una décima parte de la resonancia mediática de los acontecimientos en Libia, cabría esperar otra cosa.
No sería descabellado pensar en ese hipotético caso que el movimiento cívico se convirtiese en sublevación, ganase millones de adeptos y extendiera por los cincuenta estados de la Unión Americana con no se sabe qué consecuencias para el equipo gobernante de la Casa Blanca y el futuro del caótico sistema que engendra estos conflictos.
El lector enterado sabe que la batalla que comenzó hace más de diez días tiene de protagonistas al gobernador del Estado, el republicano Scott Walker y la bancada de su partido, y del otro a varios miles de empleados públicos de ese territorio encabezados por los sindicatos del ramo, de los más combativos y mayor afiliación.
Como motivo el proyecto presupuestario de ley estadual presentado por el primero con el argumento de equilibrar el déficit reduciendo al menos 137 millones en gastos, ahorro que el flamante político piensa hacer a costa de aumentar la cuota de pago de los empleados públicos por el seguro médico y el fondo de pensiones.
Pese a lo que seguramente afecta el bolsillo en época de crisis, no parece el lado económico lo que más irrita de la medida proyectada, a cuyas exigencias los oponentes están dispuestos a ceder, sino su clara intención de echar sobre una parte de la población lo que otra minoritaria derrocha y, encima, soltarles los toletes de la Guardia Nacional para impedirles expresarse con el pretexto de mantener el orden.
El proyecto implica suprimir los convenios colectivos que garantizan los derechos de los empleados públicos, gestionados por los sindicatos, obligar a las organizaciones gremiales a plebiscitos anuales para ser reconocidas y suprimirles las contribuciones de los trabajadores, lo que constituye el ataque más grande desde la ley Taft-Harley de 1947 y les haría más difícil su existencia en medio de la prolongada ofensiva oficial y patronal que degenera en una bajísima afiliación.
La periodista Amy Goodman escribe lo siguiente acerca de por qué el gobernador de Wisconsin, ascendido a ese cargo recientemente, al igual que otros del mismo partido apoyados financieramente por las corporaciones y neoconservadores del Tea Party, la emprenden contra el sindicato de empleados públicos.
Uno de los sindicatos que Walter y Kasich en Ohio tienen en la mira es la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCME, por sus siglas en inglés). El sindicato fue fundado en 1932, en medio de la Gran Depresión, en Madison. Tiene 1,6 millones de afiliados, entre quienes hay enfermeros, personal penitenciario, personal de guarderías, técnicos de emergencias médicas y trabajadores de la salud. Vale la pena recordar, en este Mes de la Historia Negra, que la lucha de los trabajadores de la salud del local Nº 1733 de AFSCME hizo que Dr. Martin Luther King Jr. fuera a Memphis, Tennessee, en abril de 1968. Como me dijo el Reverendo Jesse Jackson cuando marchaba junto a los estudiantes y sus profesores sindicalizados en Madison el martes pasado: "El último acto del Dr. King sobre la tierra, su viaje a Memphis, Tennessee, fue por el derecho de los trabajadores a negociar convenios colectivos de trabajo y el derecho al descuento de la cuota sindical de su salario. No es posible beneficiar a los ricos, mientras se deja a los pobres sin nada".
Los trabajadores que hicieron vigilia todo el tiempo y protestan frente al Capitolio de Madison, tomaron las calles de esa capital estadual y se apostaron en cifra de miles durante días ante las oficinas de su representante en Washington, no pudieron impedir que el proyecto fuese aprobado en la madrugada del viernes último, luego de casi tres días de discusiones en la Cámara baja.
La ausencia de los representantes demócratas en minoría que adoptaron la táctica del avestruz para oponerse a la iniciativa respaldada por los republicanos facilitó la pulsada final, que fue seguida de gritos de ¡vergüenza, vergüenza! por manifestantes presentes en los balcones de la asamblea, a pesar del cansancio y la hora.
Da risa pensar que en lugar de adoptar otras posiciones que respaldasen a los demandantes, los 14 legisladores demócratas decidieron alojarse en hoteles o pasar las fronteras del estado en una especie de exilio para no estar presentes en el momento de la votación, a pesar de las gestiones policiales por encargo del gobernador Walker para traerlos a la fuerza al escenario legislativo.
Ahora la pulsada legislativa se traslada a la Cámara Alta (Senado) del estado, donde también los republicanos tienen mayoría, pero para ser aprobado el proyecto y convertirse en ley requiere un quórum que sin los demócratas no podría ser alcanzado.
Nadie adelanta cómo responderán estos últimos a sus electores la próxima semana, defraudados ya por una iniciativa que respalda el propio presidente Obama con el pretexto de nivelar el desproporcionado presupuesto de la nación, de lo cual el déficit de Wisconsin es solamente una mínima parte. .
AMENAZAS DE DESPIDOS
El controvertido proyecto suma entre sus oponentes no solo a los que pudieran ser afectados, concita también la solidaridad de bomberos y policías excluidos por ahora de sus efectos, quienes en estos días militaron con los más de 40 mil trabajadores docentes atrincherados en huelga en sus centros.
En particular, estudiantes de varias escuelas secundarias y universitarias del Estado se solidarizaron con sus maestros y trabajadores públicos, lo que estimuló una simpática reflexión del cineasta norteamericano Michael Moore alentándoles a rebelarse ante el sistema y ofreciéndoles su página web para que escriban en vista de la censura que enfrentan de los medios oficiales.
Un sector particularmente preocupado es el de los maestros, quienes ven amenazado la seguridad de sus empleos de aprobarse la iniciativa. Este hecho lo consigna la agencia norteamericana AP:
"La Asociación de Juntas Escolares de Wisconsin (advirtió)a los distritos que tienen hasta el lunes para alertar a los profesores sobre la posibilidad de que no les sean renovados los contratos. Ello obedece a que, si la iniciativa de Walker se convierte en ley, anularía los acuerdos colectivos de los profesores que definen los protocolos y plazos para realizar despidos.
"El nuevo administrador del distrito de New London, Bill Fitzpatrick, dijo que había recibido autorización de su junta escolar para emitir notificaciones sobre la no renovación a los 180 profesores de la demarcación, pero negociaba una extensión del plazo con funcionarios del sindicato de maestros, a fin de evitar un envío masivo de los avisos.
"Es como ir al doctor y que te digan que tienes algún tipo de enfermedad, pero que eso es todo lo que te pueden decir", dijo Fitzpatrick el viernes. "Este temor a lo desconocido, a no conocer el futuro de tu forma de vida, es lo que preocupa ahora a la gente en este edificio".
Dirigentes sindicales y comentaristas políticos de la realidad norteamericana, entre ellos el agudo Noam Chomski, califican estos hechos de Wisconsin como un síntoma de algo más profundo, evidencia efectiva de la crisis sistémica que afronta Estados Unidos, y pudiera conducir a levantamientos populares .
Héctor Sánchez citado por la agencia española EFE, director del sindicato Labor Council for Latin American Advancent (LCAA), calificó el proyecto de ley lanzado por el gobernador republicano de Scott Walter, como un "ataque serio y directo a los derechos básicos de los trabajadores".
"No se trata sólo de Wisconsin, lo que hemos visto está ocurriendo también en Indiana, Ohioy Nueva Jersey. Y no se trata de un problema presupuestario, se trata destruir los logros de la lucha sindical", afirmó Sánchez
Además de Wisconsin, Indiana, Ohio y Nueva Jersey también han visto aumentar las movilizaciones tras anuncios de sus gobernadores de subir las contribuciones de los trabajadores públicos y reducir el peso sindical en las negociaciones. Todos ellos hablan de excesos de "privilegios" en los empleados públicos y que es la única manera de reequilibrar las cuentas públicas.
Dicha agencia noticiosa cita también la opinión del popular gobernador republicano de Nueva Yersey, Chris Christie, quien considera que la excusa del déficit presupuestario no tiene base y subrayó que los trabajadores han aceptado aumentar sus contribuciones pero que "jamás van a permitir que se supriman los derechos ganados en la negociación colectiva".
Además, indicó que tras los proyectos de ley se encuentran "importantes intereses corporativos" y anunció que ya se han programado protestas en una veintena de estados del país por parte de diversas asociaciones sindicales en los próximos días.
Victor Kane, activista sindical quien considera los acontecimientos de Wisconsin la primera rebelión obrera y popular de Estados Unidos en la época actual, advierte además su trascendencia.
"Así golpea en el corazón de los EE.UU. la crisis mundial, obligando a sus partidos patronales a atacar la calidad de vida y los derechos más elementales de los trabajadores en todo el "cinturón de oxidación" y fantasmas de fábricas cerradas y vaciadas (Minnesota, Iowa, Wisconsin, Illinois, Michigan y Ohio) justo donde ha sido históricamente más fuerte la conciencia organizada de la clase obrera norteamericana".