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miércoles, 29 de octubre de 2008

 
Simón Bolívar en el espacio


 
Satélite Simón Bolivar


miércoles, 15 de octubre de 2008

 
Culpables, millonarios e impunes
El mal hacer de una casta intocable de directivos está detrás de la crisis financiera
Ramón Muñoz 12/10/2008

"Cuando nace un brahmán, nace superior a la Tierra entera, es señor de todas las criaturas, y tiene que guardar el secreto del dharma. Todo lo que existe en el mundo es propiedad privada del brahmán. Por la alta excelencia de su nacimiento, él tiene derecho a todo. Esto es, es él quien goza, quien viste, quien da a otros, y es a través de su gracia que otros gozan", se dice en el Libro de Manu. Las leyes de Manu están contenidas en un antiguo manuscrito hindú que estableció el sistema de castas en la India hace más de dos mil años. El brahmán es la casta superior. Sólo unos elegidos pueden pertenecer a la misma y, como dice la cita, gozan de todos los derechos y su única labor es instruir en el conocimiento del mundo al resto de castas (salvo a los parias o intocables, que no gozan de ningún derecho).

El capitalismo moderno ha emulado este sistema de castas. Sus brahmanes son los directivos y consejeros de las grandes corporaciones. Gozan de privilegios y prebendas por doquier: sueldos estratosféricos, planes de incentivos, vacaciones, jet privados y club de campo a costa de la empresa... Y no tienen casi ninguna responsabilidad. Si las acciones suben, ellos son los que más ganan gracias a los programas de opciones sobre acciones que premian la revalorización bursátil. Si la cotización se derrumba o incluso si las firmas quiebran y los accionistas pierden todo lo invertido, ellos también ganan. En caso de despido, cuentan con cláusulas que les aseguran indemnizaciones multimillonarias, conocidas como paracaídas de oro (golden parachute), de las que no disfrutan los trabajadores, los parias de este orden económico.

El derrumbe del sistema financiero internacional ha sacado a la luz estas colosales prerrogativas de los directivos cuya gestión ha abocado a la desaparición a firmas históricas como

Lehman Brothers o Merrill Lynch. Sus arruinados accionistas y ahorradores o los trabajadores despedidos se preguntan por qué en lugar de ser reclamados por los juzgados, los ejecutivos han salido sin hacer ruido por la puerta de atrás y con las carteras llenas. Sólo las cinco mayores firmas financieras de Wall Street -Merrill Lynch, JP Morgan, Lehman Brothers, Bear Stearns y Citigroup- pagaron más de tres mil millones de dólares en los últimos cinco años a sus máximos ejecutivos, justo en el periodo en el que éstos se dedicaron a inflar las cuentas, empaquetando en fondos y otros activos opacos, préstamos incobrables que han derivado en la mayor crisis financiera de la historia.

Cuando el sistema se colapsó, las firmas siguieron siendo generosas con los causantes de la debacle. Stanley O'Neall se llevó a casa 161 millones de dólares cuando dejó Merrill Lynch; Charles Prince obtuvo 40 millones al dejar Citigroup, cifra similar a la que obtuvo Richard S. Fuld, de Lehman.

El código marinero tampoco va con los CEO (chief excutive officer, siglas en inglés de consejero delegado). Si el barco se hunde, son los primeros en coger el salvavidas, un salvavidas de oro. La comisión de investigación de la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha puesto al descubierto esta semana que la cúpula directiva de Lehman Brothers aprobó bonus por millones de dólares para los ejecutivos que salieran de la empresa mientras negociaban con las autoridades federales el rescate de la quiebra. Su consejero delegado, Richard Fuld, cuya actuación ha llevado a la desaparición del banco de inversión más veterano de Estados Unidos (fundado en 1850), ganaba 17.000 dólares a la hora.

Pese a ser reverenciados por diarios financieros como The Financial Times o The Wall Street Journal como prototipo de eficiencia y seriedad, su comportamiento caprichoso se asemeja más bien al de los divos del pop o los artistas de Hollywood. James Cayne, el máximo responsable de Bear Stearns, se marchó a un torneo de bridge mientras colapsaban dos fondos de inversión que provocaron finalmente la desaparición de la quinta entidad financiera de Estados Unidos. ¡Ni siquiera encendía el móvil!

Angelo Mozilo, responsable de la quiebra del banco hipotecario Countrywide, consideraba una inexplicable afrenta personal que el consejo de administración le pidiera explicaciones acerca de los viajes de su esposa en el jet privado de la compañía, que le pagó 360 millones de dólares en los últimos cinco años.

La cultura del jet es consustancial a los CEO. Martin Sullivan, consejero delegado de AIG hasta que la aseguradora fue rescatada de la quiebra con fondos públicos por la Administración de Bush, gastó el año pasado 322.000 dólares en viajes privados o de vacaciones en el reactor de la empresa. Su colega Stanley O'Neal, presidente de Merrill Lynch, cargó gastos de avión y coche para uso particular por 357.000 dólares en 2007. Abandonó la compañía, hoy en manos de Bank of America, tras sufrir las mayores pérdidas de su historia, en octubre del año pasado, llevándose 161 millones de dólares bajo el brazo.

La constitución de ese modelo de dirección de las grandes compañías que otorga plenos poderes y remuneraciones desmesuradas a un grupo limitado de ejecutivos, no sujetos a ningún control efectivo ni a responsabilidad por su gestión, no es reciente.

Comenzó a fraguarse en los años ochenta y noventa, pero se ha consolidado completamente en lo que llevamos de siglo. Los datos no dejan lugar a dudas sobre la desigualdad laboral en la que se mueven estos asalariados de oro: en 1976, la remuneración media de los máximos ejecutivos de las corporaciones estadounidenses era 36 veces superior al sueldo medio de un trabajador de la empresa; en 1989, era 71 veces, y en 2007, cada directivo recibió 275 veces más que la retribución que sus trabajadores, según las cifras de The Institute for Policy Studies and United for a Fair Economy. Este mismo informe revela que entre 1996 y 2006 las retribuciones de los consejeros delegados crecieron un 45%, cuando el sueldo medio del trabajador estadounidense aumentó sólo un 7%.

Lo más sangrante de ese abismo salarial entre gestores y gestionados es que los emolumentos de los directivos poco o nada tienen que ver en muchos casos con los resultados de la empresa que dirigen, a diferencia de lo que ocurre con los trabajadores que, ante la menor dificultad, sólo les queda el camino de la moderación salarial, cuando no directamente del despido.

El consejo de administración de General Motors acordó en marzo pasado elevar el sueldo del presidente de la compañía automovilística, Rick Wagoner, hasta 2,2 millones de dólares, la misma base salarial que tenía antes de 2006, cuando se le recortó el salario dentro del plan de ajuste de costes que puso en marcha la compañía. El consejo acordó también otorgarle bonus y opciones sobre acciones por más de 10 millones de dólares, pese a que la firma de Detroit presentó en 2007 las mayores pérdidas de su historia que motivaron un plan de recorte laboral que afectó a 74.000 empleados, que se irán a la calle sin bonus ni planes de opciones. A los accionistas no les van mejor las cosas. Los títulos alcanzaron esta semana el nivel de 1950.

En materia de despidos, Wagoner ha superado de lejos a su antecesor en el cargo, Roger Smith, a quien el controvertido director de cine Michael Moore le dedicó su documental Roger & me en 1989, cuando cerró la planta de GM de su localidad natal, Flint (Michigan), dejando en el paro a 30.000 trabajadores.

Moore, que a lo largo de toda la filmación intentó sin éxito hablar con Smith, tendría aún más difícil charlar con Wagoner. La casta superior del neocapitalismo, como los brahmanes indios, no tiene que dar cuentas a nadie: ni periodistas, ni jueces, ni gobiernos, ni accionistas, ni impositores, ni contribuyentes. Para tapar los agujeros que ha causado su desastrosa gestión, los Estados han anunciado planes de inyección de fondos públicos por más de un billón y medio de euros que, en último término, saldrán del bolsillo de los contribuyentes.

Pero si alguien piensa que, ante este derrumbe general de la economía, los CEO han entonado el mea culpa y optado por la austeridad, está muy equivocado. Los máximos directivos de AIG se fueron a pasar un fin de semana a Monarch Beach, un exclusivo hotel de California en el que las habitaciones valen 800 euros por noche, para celebrar que el Tesoro estadounidense les había salvado de la quiebra inyectando 85.000 millones de euros de fondos públicos. Según se puso de manifiesto esta semana en la Comisión de la Cámara de Representantes, los ejecutivos de la que fuera la mayor aseguradora estadounidense se gastaron más de 440.000 dólares, incluyendo "manicura, tratamientos faciales, pedicuras y masajes", a costa de los contribuyentes. "Es tan básico como el salario, ya que supone recompensar el trabajo", se justificó el portavoz de AIG, Nicholas Ashoo.

"Sólo cuando la marea se retira, sabes quién nadaba desnudo". Warren Buffet, el financiero estadounidense y el más rico del planeta, suele repetir esta frase para describir la ceguera de accionistas y reguladores respecto a los directivos que gobiernan las empresas a su antojo y con total opacidad, de forma que nadie pueda conocer hasta su marcha la verdadera situación de las cuentas.

El consejo de Washington Mutual, la entidad bancaria que llegó a liderar la concesión de hipotecas en Estados Unidos, modificó en febrero los planes de bonos para sus máximos directivos de forma que pudieran cobrar esos pluses sin tener en consideración el índice de impagados en el negocio hipotecario del banco cuando éste ya se había disparado hasta extremos inadmisibles. Dos meses después, la compañía era adquirida a precio de saldo por un grupo de fondos de inversión. Los directivos cobraron sus bonos al salir de la empresa, al tiempo que 3.000 empleados eran despedidos. El consejero delegado, Kerry Killinger, alegó que de 2006 a 2007 se había bajado el sueldo un 21% hasta los 14,4 millones de dólares.

Un consuelo escaso para los accionistas que habían visto esfumarse más de un 90% de su inversión y que, pese a sus pérdidas, tuvieron que abonar 20 millones de dólares al gran Killinger, causante de su ruina, cuando finalmente decidieron echarle en septiembre pasado. Jean-Paul Votron, consejero delegado de Fortis, cobró un 15% más en 2007. Se le premiaba así por la compra de ABN Amro por 72.000 millones de euros. El banco holandés resultó estar infectado por los activos basados en las hipotecas subprime y llevó a la quiebra a Fortis, que ha tenido que ser rescatado por los Estados de Bélgica, Luxemburgo y Holanda.

La comisión de investigación del Congreso también destapó que Fuld autorizó pagos de 20 millones de dólares a dos directivos de Lehman cuatro días antes de que la firma se declarara en bancarrota.

El experto Graef Cristal, que dirige una revista online dedicada a analizar las compensaciones de los ejecutivos, considera que el fenómeno de la crisis de las hipotecas subprime o basura se explica en gran parte por el sistema de remuneraciones instaurado por los bancos de inversión estadounidenses a sus ejecutivos, a quienes reparten el 50% de sus beneficios, más que ningún otro sector.

Los empleados de los mayores cinco bancos de inversión percibieron 66.000 millones de dólares en 2007, de ellos, 39.000 millones en bonus. Esta cifra arroja una retribución media de 353.089 dólares por empleado, según Bloomberg. Como su sueldo dependía directamente de lo que ganara la empresa, hincharon artificialmente las cuentas, comercializando piramidalmente fondos u otros instrumentos financieros respaldados por los ahora llamados activos tóxicos.

"En Wall Street como en Hollywood, los beneficios tienden a venir en grandes paquetes y todos quieren un trozo. Da igual que se trate de la película Caballero Oscuro (la última de Batman) o de una gran fusión, quien tiene el poder de llevar a la gente al cine o de cerrar un acuerdo puede ganar lo que quiera", dice Cristal.

Contra esta insultante impunidad se han alzado voces desde el ámbito ciudadano y sindical. Curiosamente, la reacción de los dirigentes políticos ha sido más bien tibia. El presidente George W. Bush, empujado por los congresistas del Partido Republicano que veían peligrar su escaño por el clamor popular, se vio forzado a aceptar que los directivos de las firmas rescatadas por su plan de 700.000 millones de euros renunciaran a recibir las indemnizaciones pactadas, propuesta que se incluyó en la reforma del plan tras ser rechazado por la Cámara de Representantes. Así ha sucedido en el caso de AIG, o las financieras inmobiliarias Fannie Mae y Freddie Mac, cuyos presidentes cesados no hicieron valer sus cláusulas de indemnización.

La Oficina Federal de Investigación (FBI) ha abierto una investigación en 26 empresas en busca de posibles irregularidades contables. Y en la Cámara de Representantes se ha constituido una comisión de investigación por la que están pasando los principales responsables del derrumbe.

En Europa, por el momento, sólo meras declaraciones. La canciller alemana Angela Merkel conminó a los directivos de Hypo Real Estate, rescatado de la bancarrota por un grupo de bancos y el Estado, a que respondan con su patrimonio personal. El Gobierno francés obligó a Axel Miller, consejero delegado del banco franco-belga Dexia, a renunciar a la indemnización de más de tres millones de euros que le correspondían según su contrato por dejar ese cargo. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, puso como primera condición para participar en el rescate de la entidad financiera que ninguno de los directivos recibiera indemnizaciones extraordinarias.

Fuera de declaraciones admonitorias y la moralina para electores, ningún país ha anunciado cambios en la legislación para limitar los sueldos de los directivos o definir mejor sus responsabilidades en caso de quiebra.

Todos los intentos por limitar los emolumentos de los ejecutivos han resultado en vano. A mediados de los ochenta, hubo una fiebre de fusiones. Los reguladores advirtieron que muchas de esas operaciones no respondían a ninguna estrategia empresarial sino a las indemnizaciones que recibían los directivos que cerraban los acuerdos. Por eso, impusieron en Estados Unidos un impuesto sobre todas las indemnizaciones que excedieran tres veces el salario anual de los directivos. La única consecuencia fue que los ejecutivos cerraron cláusulas para que las compañías se hicieran cargo de esa tasa. En 1992, la Securities Exchange Commission (SEC), que vigila los mercados bursátiles en Estados Unidos, obligó a las empresas a informar de los emolumentos de sus directivos. No sólo no se avergonzaron de revelar sus ganancias anuales, sino que las han multiplicado por cuatro.

Un año después se intentó poner coto a los sueldos estratosféricos, limitando las deducciones fiscales a un millón de dólares. Se hizo una excepción para las recompensas no dinerarias. Como consecuencia se dispararon las remuneraciones en opciones sobre acciones. Y ya se ha convertido en una moda entre los presidentes de las corporaciones ganar un dólar al año. Los presidentes de

Yahoo!, Apple y Google están en ese club. En 2006, ganaron sólo un dólar como salario base. ¡Y millones de dólares en opciones y bonos!

Los gobiernos piden sacrificios a ahorradores, accionistas y trabajadores para salir al rescate de bancos y aseguradoras a costa de miles de millones de las arcas públicas. Y los culpables de este saqueo no sólo no son reclamados por la justicia, sino generosamente recompensados. Es como si a los asaltantes del tren de Glasgow les estuviera esperando el jefe de Scotland Yard en la estación de Londres para colgarles una medalla. Su botín fue de 60 millones de euros (al cambio actual) y se le llamó el robo del siglo. ¿Cómo llamaremos a las hazañas de los villanos de Wall Street?

lunes, 6 de octubre de 2008

 
Leon Trotsky
If America Should Go Communist

(August 1934)



Should America go communist as a result of the difficulties and problems that your capitalist social order is unable to solve, it will discover that communism, far from being an intolerable bureaucratic tyranny and individual regimentation, will be the means of greater individual liberty and shared abundance.
At present most Americans regard communism solely in the light of the experience of the Soviet Union. They fear lest Sovietism in America would produce the same material result as it has brought for the culturally backward peoples of the Soviet Union.
They fear lest communism should try to fit them to a bed of Procrustes, and they point to the bulwark of Anglo-Saxon conservatism as an insuperable obstacle even to possibly desirable reforms. They argue that Great Britain and Japan would undertake military intervention against the American soviets. They shudder lest Americans be regimented in their habits of dress and diet, be compelled to subsist on famine rations, be forced to read stereotyped official propaganda in the newspapers, be coerced to serve as rubber stamps for decisions arrived at without their active participation or be required to keep their thoughts to themselves and loudly praise their soviet leaders in public, through fear of imprisonment and exile.
They fear monetary inflation, bureaucratic tyranny and intolerable red tape in obtaining the necessities of life. They fear soulless standardization in the arts and sciences, as well as in the daily necessities of life. They fear that all political spontaneity and the presumed freedom of the press will be destroyed by the dictatorship of a monstrous bureaucracy. And they shudder at the thought of being forced into an uncomprehended glibness in Marxist dialectic and disciplined social philosophies. They fear, in a word, that Soviet America will become the counterpart of what they have been told Soviet Russia looks like.
Actually American soviets will be as different from the Russian soviets as the United States of President Roosevelt differs from the Russian Empire of Czar Nicholas II. Yet communism can come in America only through revolution, just as independence and democracy came in America. The American temperament is energetic and violent, and it will insist on breaking a good many dishes and upsetting a good many apple carts before communism is firmly established. Americans are enthusiasts and sportsmen before they are specialists and statesmen, and it would be contrary to the American tradition to make a major change without choosing sides and cracking heads.
However, the American communist revolution will be insignificant compared to the Bolshevik Revolution in Russia, in terms of your national wealth and population, no matter how great its comparative cost. That is because civil war of a revolutionary nature isn’t fought by the handful of men at the top – the 5 or 10 percent who own nine-tenths of American wealth; this handful could recruit its counterrevolutionary armies only from among the lower middle classes. Even so, the revolution could easily attract them to its banner by showing that support of the soviets alone offers them the prospect of salvation.
Everybody below this group is already economically prepared for communism. The depression has ravaged your working class and has dealt a crushing blow to the farmers, who had already been injured by the long agricultural decline of the postwar decade. There is no reason why these groups should counterpose determined resistance to the revolution; they have nothing to lose, providing, of course, that the revolutionary leaders adopt a farsightcd and moderate policy toward them.
Who else will fight against communism? Your corporal’s guard of billionaires and multimillionaires? Your Mellons, Morgans, Fords and Rockefellers? They will cease struggling as soon as they fail to find other people to fight for them.
The American soviet government will take firm possession of the commanding heights of your business system: the banks, the key industries and the transportation and communication systems. It will then give the farmers, the small tradespeople and businessmen a good long time to think things over and see how well the nationalized section of industry is working.
Here is where the American soviets can produce real miracles. "Technocracy" can come true only under communism, when the dead hands of private property rights and private profits are lifted from your industrial system. The most daring proposals of the Hoover commission on standardization and rationalization will seem childish compared to the new possibilities let loose by American communism.
National industry will be organized along the line of the conveyor belt in your modern continuous-production automotive factories. Scientific planning can be lifted out of the individual factory and applied to your entire economic system. The results will be stupendous.
Costs of production will be cut to 20 percent, or less, of their present figure. This, in turn, would rapidly increase your farmers’ purchasing power.
To be sure, the American soviets would establish their own gigantic farm enterprises, as schools of voluntary collectivization. Your farmers could easily calculate whether it was to their individual advantage to remain as isolated links or to join the public chain.
The same method would be used to draw small businesses and industries into the national organization of industry. By soviet control of raw materials, credits and quotas of orders, these secondary industries could be kept solvent until they were gradually and without compulsion sucked into the socialized business system.
Without compulsion! The American soviets would not need to resort to the drastic measures that circumstances have often imposed upon the Russians. In the United States, through the science of publicity and advertising, you have means for winning the support of your middle class that were beyond the reach of the soviets of backward Russia with its vast majority of pauperized and illiterate peasants. This, in addition to your technical equipment and your wealth, is the greatest asset of your coming communist revolution. Your revolution will be smoother in character than ours; you will not waste your energies and resources in costly social conflicts after the main issues have been decided; and you will move ahead so much more rapidly in consequence.
Even the intensity and devotion of religious sentiment in America will not prove an obstacle to the revolution. If one assumes the perspective of soviets in America, none of the psychological brakes will prove firm enough to retard the pressure of the social crisis. This has been demonstrated more than once in history. Besides, it should not be forgotten that the Gospels themselves contain some pretty explosive aphorisms.
As to the comparatively few opponents of the soviet revolution, one can trust to American inventive genius. It may well be that you will take your unconvinced millionaires and send them to some picturesque island, rent-free for life, where they can do as they please.
You can do this safely, for you will not need to fear foreign interventions. Japan, Great Britain and the other capitalistic countries that intervened in Russia couldn’t do anything but take American communism lying down. As a matter of fact, the victory of communism in America – the stronghold of capitalism – will cause communism to spread to other countries. Japan will probably have joined the communistic ranks even before the establishment of the American soviets. The same is true of Great Britain.
In any case, it would be a crazy idea to send His Britannic Majesty’s fleet against Soviet America, even as a raid against the southern and more conservative half of your continent. It would be hopeless and would never get any farther than a second-rate military escapade.
Within a few weeks or months of the establishment of the American soviets, Pan-Americanism would be a political reality.
The governments of Central and South America would be pulled into your federation like iron filings to a magnet. So would Canada. The popular movements in these countries would be so strong that they would force this great unifying process within a short period and at insignificant costs. I am ready to bet that the first anniversary of the American soviets would find the Western Hemisphere transformed into the Soviet United States of North, Central and South America, with its capital at Panama. Thus for the first time the Monroe Doctrine would have a complete and positive meaning in world affairs, although not the one foreseen by its author.
In spite of the complaints of some of your arch-conservatives, Roosevelt is not preparing for a soviet transformation of the United States.
The NRA aims not to destroy but to strengthen the foundations of American capitalism by overcoming your business difficulties. Not the Blue Eagle but the difficulties that the Blue Eagle is powerless to overcome will bring about communism in America. The “radical” professors of your Brain Trust are not revolutionists: they are only frightened conservatives. Your president abhors “systems” and “generalities.” But a soviet government is the greatest of all possible systems, a gigantic generality in action.
The average man doesn’t like systems or generalities either. It is the task of your communist statesmen to make the system deliver the concrete goods that the average man desires: his food, cigars, amusements, his freedom to choose his own neckties, his own house and his own automobile. It will be easy to give him these comforts in Soviet America.
Most Americans have been misled by the fact that in the USSR we had to build whole new basic industries from the ground up. Such a thing could not happen in America, where you are already compelled to cut down on your farm area and to reduce your industrial production. As a matter of fact, your tremendous technological equipment has been paralyzed by the crisis and already clamors to be put to use. You will be able to make a rapid step-up of consumption by your people the starting point of your economic revival.
You are prepared to do this as is no other country. Nowhere else has the study of the internal market reached such intensity as in the United States. It has been done by your banks, trusts, individual businessmen, merchants, traveling salesmen and farmers as part of their stock-in-trade. Your soviet government will simply abolish all trade secrets, will combine all the findings of these researches for individual profit and will transform them into a scientific system of economic planning. In this your government will be helped by the existence of a large class of cultured and critical consumers. By combining the nationalized key industries, your private businesses and democratic consumer cooperation, you will quickly develop a highly flexible system for serving the needs of your population.
This system will be made to work not by bureaucracy and not by policemen but by cold, hard cash.
Your almighty dollar will play a principal part in making your new soviet system work. It is a great mistake to try to mix a “planned economy” with a “managed currency.” Your money must act as regulator with which to measure the success or failure of your planning.
Your “radical” professors are dead wrong in their devotion to “managed money.” It is an academic idea that could easily wreck your entire system of distribution and production. That is the great lesson to be derived from the Soviet Union, where bitter necessity has been converted into official virtue in the monetary realm.
There the lack of a stable gold ruble is one of the main causes of our many economic troubles and catastrophes. It is impossible to regulate wages, prices and quality of goods without a firm monetary system. An unstable ruble in a Soviet system is like having variable molds in a conveyor-belt factory. It won’t work.
Only when socialism succeeds in substituting administrative control for money will it be possible to abandon a stable gold currency. Then money will become ordinary paper slips, like trolley or theater tickets. As socialism advances, these slips will also disappear, and control over individual consumption – whether by money or administration – will no longer be necessary when there is more than enough of everything for everybody!
Such a time has not yet come, though America will certainly reach it before any other country. Until then, the only way to reach such a state of development is to retain an effective regulator and measure for the working of your system. As a matter of fact, during the first few years a planned economy needs sound money even more than did old-fashioned capitalism. The professor who regulates the monetary unit with the aim of regulating the whole business system is like the man who tried to lift both his feet off the ground at the same time.
Soviet America will possess supplies of gold big enough to stabilize the dollar – a priceless asset. In Russia we have been expanding our industrial plant by 20 and 30 percent a year; but – owing to a weak ruble – we have not been able to distribute this increase effectively. This is partly because we have allowed our bureaucracy to subject our monetary system to administrative one-sidedness. You will be spared this evil. As a result you will greatly surpass us in both increased production and distribution, leading to a rapid advance in the comfort and welfare of your population.
In all this, you will not need to imitate our standardized production for our pitiable mass consumers. We have taken over from czarist Russia a pauper’s heritage, a culturally undeveloped peasantry with a low standard of living. We had to build our factories and dams at the expense of our consumers. We have had continual monetary inflation and a monstrous bureaucracy.
Soviet America will not have to imitate our bureaucratic methods. Among us the lack of the bare necessities has caused an intense scramble for an extra loaf of bread, an extra yard of cloth by everyone. In this struggle our bureaucracy steps forward as a conciliator, as an all-powerful court of arbitration. You, on the other hand, are much wealthier and would have little difficulty in supplying all of your people with all of the necessities of life. Moreover, your needs, tastes and habits would never permit your bureaucracy to divide the national income. Instead, when you organize your society to produce for human needs rather than private profits, your entire population will group itself around new trends and groups, which will struggle with one another and prevent an overweening bureaucracy from imposing itself upon them.
You can thus avoid growth of bureaucratism by the practice of soviets, that is to say, democracy – the most flexible form of government yet developed. Soviet organization cannot achieve miracles but must simply reflect the will of the people. With us the soviets have been bureaucratized as a result of the political monopoly of a single party, which has itself become a bureaucracy. This situation resulted from the exceptional difficulties of socialist pioneering in a poor and backward country.
The American soviets will be full-blooded and vigorous, without need or opportunity for such measures as circumstances imposed upon Russia. Your unregenerate capitalists will, of course, find no place for themselves in the new setup. It is hard to imagine Henry Ford as the head of the Detroit Soviet.
Yet a wide struggle between interests, groups and ideas is not only conceivable – it is inevitable. One-year, five-year, ten-year plans of business development; schemes for national education; construction of new basic lines of transportation; the transformation of the farms; the program for improving the technological and cultural equipment of Latin America; a program for stratosphere communication; eugenics – all of these will arouse controversy, vigorous electoral struggle and passionate debate in the newspapers and at public meetings.
For Soviet America will not imitate the monopoly of the press by the heads of Soviet Russia’s bureaucracy. While Soviet America would nationalize all printing plants, paper mills and means of distribution, this would be a purely negative measure. It would simply mean that private capital will no longer be allowed to decide what publications should be established, whether they should be progressive or reactionary, “wet” or “dry,” puritanical or pornographic. Soviet America will have to find a new solution for the question of how the power of the press is to function in a socialist regime. It might be done on the basis of proportional representation for the votes in each soviet election.
Thus the right of each group of citizens to use the power of the press would depend on their numerical strength – the same principle being applied to the use of meeting halls, allotment of time on the air and so forth.
Thus the management and policy of publications would be decided not by individual checkbooks but by group ideas. This may take little account of numerically small but important groups, but it simply means that each new idea will be compelled, as throughout history, to prove its right to existence.
Rich Soviet America can set aside vast funds for research and invention, discoveries and experiments in every field. You won’t neglect your bold architects and sculptors, your unconventional poets and audacious philosophers.
In fact, the Soviet Yankees of the future will give a lead to Europe in those very fields where Europe has hitherto been your master. Europeans have little conception of the power of technology to influence human destiny and have adopted an attitude of sneering superiority toward “Americanism,” particularly since the crisis. Yet Americanism marks the true dividing line between the Middle Ages and the modern world.
Hitherto America’s conquest of nature has been so violent and passionate that you have had no time to modernize your philosophies or to develop your own artistic forms. Hence you have been hostile to the doctrines of Hegel, Marx and Darwin. The burning of Darwin’s works by the Baptists of Tennessee is only a clumsy reflection of the American dislike for the doctrines of evolution. This attitude is not confined to your pulpits. It is still part of your general mental makeup.
Your atheists as well as your Quakers are determined rationalists. And your rationalism itself is weakened by empiricism and moralism. It has none of the merciless vitality of the great European rationalists. So your philosophic method is even more antiquated than your economic system and your political institutions.
Today, quite unprepared, you are being forced to face those social contradictions that grow up unsuspected in every society. You have conquered nature by means of the tools that your inventive genius has created, only to find that your tools have all but destroyed you. Contrary to all your hopes and desires, your unheard-of wealth has produced unheard-of misfortunes. You have discovered that social development does not follow a simple formula. Hence you have been thrust into the school of the dialectic – to stay.
There is no turning back from it to the mode of thinking and acting prevalent in the seventeenth and eighteenth centuries.
While the romantic numskulls of Nazi Germany are dreaming of restoring the old race of Europe’s Dark Forest to its original purity, or rather its original filth, you Americans, after taking a firm grip on your economic machinery and your culture, will apply genuine scientific methods to the problem of eugenics. Within a century, out of your melting pot of races there will come a new breed of men – the first worthy of the name of Man.

 
SI NORTEAMÉRICA SE HICIERA COMUNISTA
León Trotsky
17 de agosto de 1934

Si Norteamérica se hiciera comunista como consecuencia de las dificultades y problemas que el orden social capitalista es incapaz de resolver, descubriría que el comunismo, lejos de ser una intolerable tiranía burocrática y regimentación de la vida individual, es el modo de alcanzar la mayor libertad personal y la abundancia compartida.
En la actualidad muchos norteamericanos consideran el comunismo solamente a la luz de la experiencia de la Unión Soviética. Temen que el sovietismo en Norteamérica produzca los mismos resultados materiales que les trajo a los pueblos culturalmente atrasados de la Unión Soviética.
Temen que el comunismo los meta en un lecho de Procusto (1), y señalan el conservadurismo anglosajón como un obstáculo insuperable hasta para encarar algunas reformas posiblemente deseables. Aducen que Gran Bretaña y Japón intervendrían militarmente contra los soviets norteamericanos. Tiemblan ante la perspectiva de que los norteamericanos se vean regimentados en sus hábitos de alimentación y vestido, obligados a subsistir con raciones de hambre, a leer una estereotipada propaganda oficial en los periódicos, a servir de simples ejecutores de decisiones tomadas sin su participación activa. O suponen que tendrían que guardarse para sí sus pensamientos mientras alaban en voz alta a los líderes soviéticos por temor a la cárcel o al exilio.
Temen la inflación monetaria, la tiranía burocrática y tener que pasar por un intolerable papeleo “rojo” para obtener lo necesario para vivir. Temen la estandarización desalmada del arte y la ciencia, así como de las necesidades cotidianas. Temen ver la espontaneidad política y la supuesta libertad de prensa destruidas por la dictadura de una monstruosa burocracia. Y tiemblan ante la idea de tener que aceptar la volubilidad incomprensible de la dialéctica marxista y una filosofía social disciplinada. Temen, en una palabra, que la Norteamérica soviética se transforme en la contraparte de lo que les han dicho que es la Rusia soviética.
En realidad los soviets norteamericanos serán tan distintos de los rusos como lo son Estados Unidos del presidente Roosevelt* del imperio ruso del zar Nicolás II. Sin embargo Norteamérica sólo podrá llegar al comunismo pasando por la revolución, de la misma manera como llegó a la independencia y la democracia. El temperamento norteamericano es enérgico y violento, e insistirá en romper una buena cantidad de platos y en tirar al suelo una buena cantidad de carros de manzanas antes de que el comunismo se establezca firmemente. Los norteamericanos, antes que especialistas y estadistas, son entusiastas y deportistas, y sería contrario a la tradición norteamericana realizar un cambio fundamental sin que se tome partido y se rompan cabezas.
Sin embargo, el costo relativo de la revolución comunista norteamericana, por grande que parezca, será insignificante comparado con el de la Revolución Rusa Bolchevique, debido a vuestra riqueza nacional y población. Es que la guerra civil revolucionaria no la realiza el puñado de hombres que está en la cúpula, el cinco o diez por ciento dueños de las nueve décimas partes de la riqueza norteamericana; este grupito sólo podría reclutar sus ejércitos contrarrevolucionarios entre los estratos más bajos de la clase media. Aún así, la revolución podría atraerlos fácilmente demostrándoles que su única perspectiva de salvación está en el apoyo a los soviets.
Todos los que están por debajo de este grupo ya están preparados económicamente para el comunismo. La depresión hizo estragos en vuestra clase obrera y asestó un golpe aplastante a los campesinos, ya perjudicados por la larga decadencia agrícola de la década de posguerra. No hay razón por la que estos grupos deban oponer alguna resistencia a la revolución; no tienen nada que perder, por supuesto siempre que los dirigentes revolucionarios se den hacia ellos una política moderada a largo alcance.
¿Y quién más luchará contra el comunismo? ¿Vuestra “guardia de corps” de millonarios y multimillonarios? ¿Vuestros Mellons, Morgans, Fords y Rockefellers? Dejarán de luchar en cuanto no consigan quién pelee por ellos.
El gobierno soviético norteamericano tomará firme posesión de los comandos superiores de vuestro sistema empresario: los bancos, las industrias clave y los sistemas de transporte y comunicación. Luego les dará a los campesinos, a los pequeños comerciantes e industriales, mucho tiempo para reflexionar y ver qué bien anda el sector nacionalizado de la industria.
Es en este terreno donde los soviets norteamericanos podrán producir verdaderos milagros. La “tecnocracia” sólo será real bajo el comunismo, que sacará de encima de vuestro sistema industrial las manos muertas de los derechos de la propiedad privada y las ganancias individuales. Las más osadas propuestas de la comisión Hoover sobre estandarización y racionalización parecerán infantiles comparadas con las posibilidades abiertas por el comunismo norteamericano.
La industria nacional se organizará siguiendo el modelo de vuestras modernas fábricas de automotores de producción continua. La planificación científica se elevará del nivel de la fábrica individual al del conjunto del sistema económico. Los resultados serán estupendos.
Los costos de producción disminuirán en un veinte por ciento o tal vez más. Esto a su vez aumentará rápidamente la capacidad de compra de los campesinos.
Por cierto, los soviets norteamericanos establecerán sus propios gigantescos establecimientos agrícolas, que serán también escuelas voluntarias de colectivización. Vuestros campesinos podrán calcular fácilmente si les conviene seguir como eslabones aislados o unirse a la cadena general.
El mismo método se utilizaría para incorporar a la organización industrial nacional al pequeño comercio y a la pequeña industria. Con el control soviético de las materias primas, los créditos y los suministros estas industrias secundarias seguirían siendo solventes hasta que el sistema socializado las absorbiera gradualmente y sin compulsión.
¡Sin compulsión! Los soviets norteamericanos no tendrían que recurrir a las drásticas medidas que las circunstancias a menudo impusieron a los rusos. En Estados Unidos la ciencia de la publicidad brinda los medios para ganarse el apoyo de la clase media, que estaba fuera del alcance de la atrasada Rusia, con su vasta mayoría de campesinos pobres y analfabetos. Esto, junto con vuestro aparato técnico y vuestra riqueza, será la mayor ventaja de vuestra futura revolución comunista. Vuestra revolución será más suave que la nuestra; luego de resueltos los problemas fundamentales no tendréis que derrochar energías y recursos en costosos conflictos sociales, y, en consecuencia, avanzaréis mucho más rápido.
Incluso la intensidad y abnegación del sentimiento religioso predominantes en Norteamérica no serán un obstáculo para la revolución. Si en Norteamérica se asume la perspectiva de los soviets, ninguna barrera sicológica será lo suficientemente firme como para demorar la presión de la crisis social. La historia lo demostró más de una vez. Además, no hay que olvidar que los mismos Evangelios contienen algunos aforismos bastante explosivos.
En cuanto a los relativamente escasos adversarios de la revolución soviética, se puede confiar en el genio inventivo de los norteamericanos. Por ejemplo, podríais mandar a todos vuestros millonarios no convencidos a alguna isla pintoresca, con una renta para toda la vida, y que se queden allí haciendo lo que les plazca.
Lo podréis hacer tranquilamente porque no tendréis que temer la intervención extranjera. Japón, Gran Bretaña y los demás países capitalistas que intervinieron en Rusia no podrán hacer otra cosa que aceptar el comunismo norteamericano como un hecho consumado. Y de hecho, la victoria del comunismo en Norteamérica, la columna vertebral del capitalismo, determinará que se extienda a los demás países.
Japón probablemente se unirá a las filas comunistas antes de que se implanten los soviets en Estados Unidos. Y lo mismo se puede decir de Gran Bretaña.
De todos modos, sería una idea loca enviar la flota de Su Majestad británica contra la Norteamérica soviética, incluso contra el sur de vuestro continente, más conservador. Sería inútil y nunca pasaría de una incursión militar de segundo orden.
A las pocas semanas o meses de establecidos los soviets en Norteamérica el panamericanismo sería una realidad política.
Los gobiernos de Centro y Sud América se verían atraídos a vuestra federación como el hierro por el imán. Lo mismo ocurriría con Canadá. Los movimientos populares de estos países serían tan fuertes que impulsarían este gran proceso unificador en un brevísimo período y a un costo insignificante. Estoy dispuesto a apostar que el primer aniversario de los soviets norteamericanos encontraría al Hemisferio Occidental transformado en Estados Unidos soviéticos de Norte, Centro y Sud América, con su capital en Panamá. Por primera vez la Doctrina Monroe adquiriría un peso total y positivo en los asuntos mundiales, aunque no el previsto por su autor.
Pese a los plañidos de algunos de vuestros archiconservadores, Roosevelt no está preparando la transformación soviética de Estados Unidos.
La NRA no pretende destruir sino fortalecer los fundamentos del capitalismo norteamericano ayudando a las empresas a superar sus dificultades. No será el Águila Azul, sino las dificultades que ésta es incapaz de superar, lo que traerá el comunismo a Estados Unidos. Los profesores “radicales” de vuestro trust de cerebros no son revolucionarios; son sólo conservadores asustados. Vuestro presidente abomina de “los sistemas” y “las generalidades”. Pero un gobierno soviético es el más grande de todos los sistemas posibles, una gigantesca generalidad en acción.
Al hombre común tampoco le gustan lo sistemas ni las generalidades. Será tarea de vuestros estadistas comunistas lograr que el sistema produzca los bienes concretos que el hombre común desea: su comida, sus cigarros, sus diversiones, su libertad de elegir las corbatas, la vivienda y el automóvil que le gusten. Será muy fácil proporcionarle estas comodidades en la Norteamérica soviética.
La mayoría de los norteamericanos están desorientados por el hecho de que en la Unión Soviética hemos tenido que construir industrias básicas enteras partiendo de la nada. Una cosa así no podría suceder en Estados Unidos, donde ya os veis obligados a reducir las zonas cultivadas y la producción industrial. De hecho vuestro tremendo aparato tecnológico está paralizado por la crisis y exige ser puesto nuevamente en uso. El punto de partida del resurgimiento económico podrá ser el rápido aumento del consumo de vuestro pueblo.
Estáis más preparados que ningún otro país para lograrlo. En ningún otro lado llego a ser tan intenso como en Estados Unidos el estudio del mercado interno. Entra en las existencias acumuladas por los bancos, los trusts, los hombres de negocios, los comerciantes, los viajantes de comercio y los granjeros.
Vuestro gobierno soviético simplemente abolirá el secreto comercial, combinará todos los descubrimientos de estas investigaciones realizadas en función de la ganancia privada y los transformará en un sistema científico de planificación económica. Para ello contará con la colaboración de una numerosa clase de consumidores cultos y críticos. La combinación de las industrias clave nacionalizadas, el comercio privado y la cooperación del consumidor democrático producirá rápidamente un sistema sumamente flexible para satisfacer las necesidades de la población.
Ni la burocracia ni la policía harán funcionar este sistema; lo hará el frío, duro dinero.
Vuestro dólar todopoderoso jugará un rol fundamental en el funcionamiento del nuevo sistema soviético. Es un gran error mezclar la “economía planificada” con la “emisión dirigida”. La moneda tendrá que ser el regulador que mida el éxito o el fracaso de la planificación.
Vuestros profesores “radicales” se equivocan mortalmente con su devoción a la “moneda dirigida”. Esta idea académica podría fácilmente liquidar todo vuestro sistema de distribución y producción. Esa es la gran lección a extraer de la Unión Soviética, donde la amarga necesidad se convirtió en virtud oficial en el reino del dinero.
La falta de un rublo de oro estable es allí una de las causas fundamentales de muchas de las dificultades y catástrofes económicas. Es imposible regular los salarios, los precios y la calidad de las mercancías sin un sistema monetario firme. Tener un rublo inestable en un sistema soviético es lo mismo que tener moldes variables en una fábrica que trabaja en serie. No funciona.
Sólo será posible abandonar la moneda de oro estable cuando el socialismo logre sustituir el dinero por un sistema de control administrativo. Entonces el dinero será un vale común y corriente, como el boleto del colectivo o la entrada al teatro. A medida que el socialismo avance también desaparecerán estos vales; ya no será necesario el control, ni en dinero ni administrativo, sobre el consumo individual; puesto que habrá suficientes bienes como para satisfacer las necesidades de todos!
Aún no estamos en esa situación, aunque con toda seguridad Norteamérica llegará antes que cualquier otro país. Hasta entonces, la única manera de alcanzar ese nivel de desarrollo será mantener un regulador y medidor efectivo del funcionamiento de vuestro sistema. De hecho, durante los primeros años una economía planificada necesita, más todavía que el viejo capitalismo, dinero efectivo. El profesor que regula la unidad monetaria con el objetivo de regular todo el sistema económico es como el hombre que trató de levantar ambos pies del suelo al mismo tiempo.
La Norteamérica soviética contará con reservas de oro suficientes para estabilizar el dólar, lo que constituye una ventaja invalorable. En Rusia hemos aumentado la producción industrial en un veinte y un treinta por ciento anual; pero, debido a la debilidad del rublo, no pudimos distribuir efectivamente este aumento. Esto en parte se debe a que le permitimos a la burocracia subordinar el sistema monetario a las necesidades administrativas. Vosotros os ahorraréis este mal. En consecuencia, nos superaréis mucho, tanto en la producción como en la distribución, lo que llevará a un rápido avance en el bienestar y la riqueza de la población.
En todo esto no necesitaréis imitar nuestra producción estandarizada para nuestra pobre masa de consumidores. Recibimos de la Rusia zarista una herencia de pobreza, un campesinado culturalmente subdesarrollado y con un bajo nivel de vida. Tuvimos que construir las fábricas y las represas a expensas de nuestros consumidores. Padecemos una inflación monetaria continua y una monstruosa burocracia.
Norteamérica soviética no tendrá que imitar nuestros métodos burocráticos. Entre nosotros la falta de lo más elemental produjo una intensa lucha por conseguir un pedazo extra de pan, un poco más de tela. En esta lucha la burocracia se impone como conciliador, como árbitro todopoderoso. Pero vosotros sois mucho más ricos y tendréis muy pocas dificultades para satisfacer las necesidades de todo el pueblo. Más aún; vuestras necesidades, gustos y hábitos nunca permitirían que sea la burocracia la que reparta la riqueza nacional. Cuando organicéis vuestra sociedad para producir en función de las necesidades humanas y no de las ganancias individuales, toda la población se nucleará en nuevas tendencias y grupos que se pelearán unos con otros y evitarán que una burocracia todopoderosa se imponga sobre ellos.
Así la práctica de los soviets, es decir de la democracia, la forma más democrática de gobierno alcanzada hasta hoy, evitará el avance del burocratismo. La organización soviética no puede hacer milagros; simplemente debe reflejar la voluntad del pueblo. Entre nosotros los soviets se burocratizaron como resultado del monopolio político de un solo partido, transformado el mismo en una burocracia. Esta situación fue la consecuencia de las excepcionales dificultades que tuvo que enfrentar el comienzo de la construcción socialista en un país pobre y atrasado.
Los soviets norteamericanos estarán llenos de sangre y vigor, sin necesidad ni oportunidad de que las circunstancias impongan medidas como las que hubo que adoptar en Rusia. Por supuesto, los capitalistas que no se regeneren no tendrán lugar en el nuevo orden. Resulta un poco difícil imaginarse a Henry Ford dirigiendo el soviet de Detroit.
Sin embargo, es no sólo concebible sino inevitable que se desate una gran lucha de intereses, grupos e ideas. Los planes de desarrollo económico anuales, quinquenales y decenales; los esquemas de educación nacional; la construcción de nuevas líneas básicas de transporte; la transformación de las granjas; el programa para mejorar la infraestructura tecnológica y cultural de Latinoamérica; el programa de comunicación espacial; la eugenesia, todo esto suscitará controversias, vigorosas luchas electorales y apasionados debates en los periódicos y en las reuniones públicas.
Pues en Norteamérica soviética no existirá el monopolio de la prensa por parte de los jefes de la burocracia como en la Rusia soviética. Nacionalizar todas las imprentas, las fábricas de papel y las distribuidoras sería una medida puramente negativa. Significaría simplemente que al capital privado ya no se le permite decidir qué publicaciones sacar, sean progresivas o reaccionarias, “húmedas” o “secas”, puritanas o pornográficas. Norteamérica soviética tendrá que encontrar una nueva solución al problema de cómo debe funcionar el poder de la prensa en un régimen socialista. Podría hacerse sobre la base de la representación proporcional a los votos en cada elección a los soviets.
Así, el derecho de cada grupo de ciudadanos a utilizar el poder de la prensa dependería de su fuerza numérica; el mismo principio se aplicaría para el uso de los locales de reunión, de la radio, etcétera.
De este modo la administración y la política de publicaciones no la decidirían las chequeras individuales sino las ideas de los distintos grupos. Esto puede llevar a que se tenga poco en cuenta a los grupos numéricamente pequeños pero importantes, pero implica la obligación de cada nueva idea de abrirse paso y demostrar su derecho a la existencia.
La rica Norteamérica soviética podrá destinar mucho dinero a la investigación y a la invención, a los descubrimientos y experimentos en todos los terrenos. No dejaréis de lado a vuestros audaces arquitectos y escultores, a vuestros poetas y filósofos no convencionales.
En realidad, los yanquis soviéticos del futuro dirigirán a Europa en los mismos terrenos en los que hasta ahora Europa ha sido su maestro. Los europeos tienen una idea muy pobre de cómo puede influir la tecnología en el destino humano y adoptaron una actitud de despreciativa superioridad hacia el “norteamericanismo”, particularmente a partir de la crisis. Y sin embargo el norteamericanismo marca la verdadera línea divisoria entre la Edad Media y el mundo moderno.
Hasta ahora en Norteamérica la conquista de la naturaleza ha sido tan violenta y apasionada que no habéis tenido tiempo de modernizar vuestras filosofías o de desarrollar formas artísticas propias. Hasta ahora habéis sido hostiles a las doctrinas de Marx, Hegel y Darwin. La quema de los trabajos de Darwin por los bautistas de Tennessee es sólo un pálido reflejo del rechazo de los norteamericanos a las doctrinas evolucionistas. Esta actitud no se limita a vuestros pulpitos. Todavía es parte de vuestra conformación mental.
Tanto vuestros ateos como vuestros cuáqueros son decididamente racionalistas. Y ese mismo racionalismo está debilitado por el empirismo y el moralismo. No tiene nada de la implacable vitalidad de los grandes racionalistas europeos. Por eso vuestro método filosófico es más anticuado todavía que vuestro sistema económico y vuestras instituciones políticas.
Hoy, bastante poco preparados para ello, os veis obligados a enfrentar las contradicciones que sin que se lo sospeche surgen en toda sociedad. Conquistasteis a la naturaleza con las herramientas que creó vuestro genio inventivo sólo para encontraros con que vuestras herramientas destruyeron todo excepto vuestras personas. Contrariamente a todas las esperanzas y deseos, vuestra riqueza sin precedentes produjo desgracias sin precedentes. Descubristeis que el desarrollo social no sigue una simple fórmula. Entonces os visteis arrojados en la escuela de la dialéctica, para quedaros allí.
No hay modo de volverse atrás, a la forma de pensar y actuar predominante en los siglos XVII y XVIII.
Mientras los majaderos románticos de la Alemania nazi sueñan con restaurar la pureza original, o mejor dicho la inmundicia original de la vieja raza de la Selva Negra europea, vosotros, norteamericanos, luego de dar un firme salto en vuestra economía y en vuestra cultura, aplicaréis genuinos métodos científicos al problema de la eugenesia. Dentro de un siglo, de vuestra mezcla de razas surgirá un nuevo tipo de hombres, el primero en merecer el nombre de Hombre.
Y una profecía final: ¡en el tercer año de gobierno soviético en Norteamérica, ya no mascaréis goma!
Publicado en Liberty, 23 de marzo de 1936. Este artículo fue escrito para un amplio público norteamericano, durante la Gran Depresión, cuando millones de personas se radicalizaban y se interesaban en aprender qué era el marxismo y qué significaría la revolución socialista en Estados Unidos. Era a mediados del segundo año del régimen del New Deal impuesto por Franklin D. Roosevelt, cuando el movimiento obrero empezaba a levantarse, pero antes de que se organizara el Comité para la Organización Industrial (CIO). Una nota editorial de Liberty señalaba: “¡No crean una palabra de esto! Lean la semana próxima la respuesta del ex Secretario de Trabajo Davis.” Tomado de la versión publicada en Escritos, Tomo VI, Vol. 2, Ed. Pluma, 1979, Bogotá, pág. 116.
La tecnocracia era un programa y un movimiento norteamericano muy difundido en los primeros años de la depresión, especialmente en la clase media. Proponía superar la depresión y llegar al pleno empleo en Estados Unidos racionalizando la economía y el sistema monetario bajo el control de los ingenieros y técnicos, todo sin lucha de clases ni revolución. El movimiento se dividió en dos alas, una de izquierda y una de derecha, desarrollando, esta última, tendencias fascistas.
National Recovery Administration (NRA, Administración de Recuperación Nacional): se instauró en 1933 como agencia del New Deal para preparar y hacer cumplir al comercio y la industria el código de prácticas leales. Al mismo tiempo, estableció un salario mínimo y un máximo de horas de trabajo y apoyó el derecho de los obreros a afiliarse a un sindicato, pero fue fundamentalmente una ayuda para los empresarios, en el sentido de que les permitió establecer niveles de calidad y los precios mínimos de las mercancías. El símbolo de la NRA era un águila azul. La Corte Suprema de Estados Unidos la declaró ilegal en mayo de 1935.
Trust de cerebros era el nombre popular de los consejeros de Roosevelt en Estados Unidos.
Desde 1920 a 1933 Estados Unidos fue formalmente “seco”, es decir, estaba prohibida por una enmienda constitucional la venta de bebidas alcohólicas. En 1933 se suprimió la enmienda, y el país se volvió “húmedo”, nuevamente.
La quema de los trabajos de Darwin se refiere a las leyes que prohibían enseñar la teoría de la evolución en las escuelas públicas. El juicio Scopes de 1925 en Dayton, Tennessee, fue la más dramática de las protestas legales contra estas leyes represivas.

(1) Procusto
En la mitología griega, Procusto (deformación de Procrustes, en griego antiguo Προκρούστης Prokroústês, literalmente ‘estirador’), también llamado Damastes (‘avasallador’ o ‘controlador’), Polipemón (‘muchos daños’) y Procoptas, era un bandido y posadero del Ática (o según otras versiones a las afueras de Eleusis). Se le consideraba hijo de Poseidón. Con su esposa Silea fue padre de Sinis.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario, lo seducía y lo invitaba a tumbarse desnudo en una cama de hierro. Si la víctima era alta, Procusto la acostaba en una cama corta y procedía a serrar las partes de su cuerpo que sobresalían. Si por el contrario era más baja, la invitaba a acostarse en una cama larga, donde la maniataba y descoyuntaba a martillazos hasta estirarla (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque ésta era secretamente regulable: Procusto la alargaba o acortaba a voluntad antes de la llegada de sus víctimas.
Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien se dejó seducir, pero al entrar a la choza de Procusto lo «ajustó» cortándole a hachazos la cabeza y los pies. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén (su aldea natal del Peloponeso) hasta Atenas.

miércoles, 1 de octubre de 2008

 
Las 25 noticias más censurada

Apareció el ranking anual del Proyecto Censurado: La muerte de 1.200.000 civiles en 5 años de ocupación de Iraq encabeza las 25 noticias más censurada

Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

El genocidio en Iraq, con 1,2 millones de civiles muertos por las tropas estadounidenses desde que comenzó la invasión hace cinco años es el tema que encabeza el ranking anual de las 25 noticias más ocultadas por la gran prensa de EEUU y del mundo en 2007/2008, según “Censored 2009”, el informe del Proyecto Censurado de la Universidad Sonoma State de California que publica todos los años la editorial Seven Stories de Nueva York. Las matanzas de Iraq se comparan con los peores genocidios del siglo pasado, como Ruanda y Camboya.


Además de las 25 historias más censuradas, el libro contiene valiosos trabajos académicos sobre la situación actual del periodismo, nuevas visiones del cambiante mapa de la gran concentración de la propiedad mediática, análisis de contenido sobre lo sesgado de la información que aborda temas como el gobierno de Hamas en Gaza, la libertad de expresión en EEUU y en el mundo y la actividad de las organizaciones de la sociedad civil que luchan por la democratización de los medios informativos, entre otros temas de interés para el ciudadano común de nuestra sociedad en cualquier país, no sólo para los especialistas.


El Proyecto Censurado, que dirige el sociólogo Peter Phillips, pesquisa desde hace 33 años las 25 noticias más relevantes que nunca fueron puestas a disposición del público por los grandes medios de comunicación corporativos que hoy ejercen el control mediático mundial. Además de las 25 historias “top”, el Proyecto Censurado ofrece este año 14 menciones honrosas a otros tantos temas que tampoco merecieron los honores de la tinta y el papel o las pantallas de televisión. Phillips informó que en el trabajo de investigación y selección de las historias 25 “top” durante el año los estudiantes, académicos e investigadores que trabajan en el proyecto analizaron varios cientos de “noticias censuradas” descubiertas en medios independientes, sitios web, emisoras del interior, periódicos sindicales, publicaciones extranjeras, etc. Por lo tanto, el total de noticias censuradas en EEUU va muchos más allá de las 25 historias “top” y las 14 menciones honrosas anuales. Algunas historias nominadas “en concurso” y sometidas a revisión pueden observarse (en inglés) en la página http://www.projectcensored.org/articles/category/stories-under-review/


América Latina está presente en varios trabajos. Por ejemplo, los periodistas Laura Carlsen, Stephen Lendman y Constance Fogal investigaron cómo el espacio económico del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que incluye a EEUU, México y Canadá y es más conocido por NAFTA, su sigla en inglés, se está convirtiendo en un espacio militarizado a cargo del Comando Norte estadounidense. Otro trabajo explica cómo en El Salvador resurgió la tristemente célebre Escuela de las Américas, pero bajo otro nombre, y en el mismo país se criminalizó la protesta social con una ley antiterrorista calcada del Patriot Act de EEUU que castiga hasta con 60 años a quienes participen en manifestaciones.


El Salvador también es el único país latinoamericano que tiene tropas en Iraq y como aliado fiel de EEUU está desempeñando un importante rol en el resurgimiento del viejo militarismo que otra vez amenaza a las democracias de la región con nuevos proyectos de guerra sucia. La nota “¿Resurgen las guerras sucias de EEUU en América Latina?”, escrita por Comunidad en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador, Wes Enzinna y Benjamin Dangl, explica el funcionamiento de la Academia Internacional de Aplicación del Derecho (ILEA, en inglés), que posee otra sede en Perú y enseña a torturar, matar y demás asignaturas de la Escuela de las Américas. La nota recuerda que hacia 2005, la ayuda militar de EEUU a América Latina aumentó 34 veces respecto a 2000 y resalta que en 2008 fue puesta de nuevo en servicio la IV Flota de EEUU para atemorizar tanto a los países “descomprometidos” con el imperio, como Argentina, Brasil, Honduras, Paraguay y otros, y a los abiertamente “disidentes” o desafiantes, como Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y otros.


Otra noticia absolutamente desatendida por los grandes medios continentales y estadounidenses es el posible nuevo cambio del mapa político de América Latina que puede darse en 2009 en favor de las ideas progresistas. Y el epicentro de esta noticia no divulgada también sería El Salvador. Por primera vez desde los Acuerdos de Paz que en 1992 pusieron término a la guerra civil de doce años, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) tiene una opción razonable de ganar las elecciones nacionales (la elección parlamentaria y municipal ocurrirá el 18 de enero de 2009, seguida por la elección presidencial el 15 de marzo). En las últimas encuestas de 2008, el FMLN gana cómodamente la mayoría parlamentaria en enero y en marzo elegiría holgadamente a Mauricio Funes, su candidato a la presidencia. El gran perdedor será el partido derechista ARENA, que desde el poder ha perpetuado las mismas políticas dañinas que en 1980 condujeron a la guerra civil.


También atañe a América Latina la nueva legislación migratoria para el “trabajador huésped”, relación laboral migratoria que un senador de Harlem describió como “lo más parecida a la esclavitud”. Y sorprende una investigación que sitúa la esclavitud en su nivel más alta en toda la historia de la humanidad, con 27 millones de esclavos que no sólo habitan en el tercer mundo sino también en los países desarrollados.


Colombia sigue siendo el país con más sindicalistas asesinados en todo el mundo, según un informe sobre la situación de los derechos laborales en todo el mundo. Otro tema de Proyecto Censurado aborda la vacuidad de la Declaración Universal de los Derechos Indígenas proclamada en septiembre de 2007 por Naciones Unidas y cómo tres meses después fue excluida en Bali una delegación aborigen que fue expresamente invitada a participar en el Convenio Base sobre el Cambio de Clima.


Éste es un resumen de cada una de las 25 historias más censuradas expuestas en el mismo orden del Proyecto Censurado:


1) La ocupación de EEUU mata a más de un millón de iraquíes (por Michael Schwartz, Joshua Holland, Luke Baker, Maki al-Nazzal y Dahr Jamail): Las tropas estadounidenses han dado muerte a 1,2 millones de civiles iraqueses desde que comenzó la invasión hace cinco años, según el grupo británico de investigación Opinion Research Business (ORB). Estas cifras hacen rivalizar la invasión y ocupación de Iraq con las grandes matanzas del siglo pasado, como el terrible balance de hasta 900.000 seres humanos que se cree mataron en el genocidio de Ruanda en 1994 y está acercándose al millón 700.000 que murió en Camboya bajo el Khmer Rouge, en los ‘70. Cada día salen a la calle hasta cinco mil patrullas que invaden 30 hogares cada una buscando presuntos "insurrectos" o "terroristas", a fin de interrogarlos, apresarlos o, simplemente, matarlos. Estas operaciones suelen dejar un balance de hasta 100 muertes por día y causaron una crisis humanitaria que ha desplazado a 5 millones de iraquíes.


2) EEUU, Canadá y México militarizan el NAFTA (por Laura Carlsen, Stephen Lendman y Constance Fogal): El espacio económico del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que agrupa a EEUU, Canadá y México se está convirtiendo en un espacio militarizado controlado por el Comando Norte estadounidense, “seguro para los negocios” e inmune al terrorismo, llamado Sociedad de la Seguridad y la Prosperidad (SPP, en inglés). Las corporaciones trasnacionales promotoras de esta conjunción de apariencia trinacional, pero verdaderamente “supranacional”, son viejas conocidas: la General Electric, Ford Motors, General Motors, Wal-Mart, Lockheed-Martin, Merck, Chevron y otras mega compañías. La SPP, que apunta a integrar a las tres naciones en un solo bloque político, económico y de seguridad al mando de Washington. La SPP no es una ley, o un tratado, ni siquiera un acuerdo. Y cualquiera de éstos requeriría la discusión y participación pública del Congreso.


3) El FBI ofrece licencia para matar (por Matthew Rothschild): El gobierno estadounidense recluta negocios e individuos que se integran a InfraGard, una importante pieza en la compleja estructura de un panóptico industrial destinado a acechar a la sociedad de la vigilancia que construye Washington. Más de 23.000 pequeños y medianos empresarios del comercio y la industria estadounidense trabajan silenciosamente con el FBI y el departamento de Seguridad de la Patria (DHS, en inglés) en la recolección y suministro de información sobre las amistades de los estadounidenses. En recompensa, los miembros de InfraGard, que es el nombre de este grupo de rápido crecimiento, tienen licencia para “tirar a matar” cuando usen sus armas y, además, reciben advertencias secretas sobre amenazas terroristas mucho antes que el público y, ocasionalmente, antes que ciertos funcionarios. La Unión de Libertades Civiles Americanas ve al InfraGard como los ojos y oídos del FBI observando a millones de clientes individuales.


4) ILEA: ¿Resurgen las guerras sucias de EEUU en América Latina? (por Comunidad en Solidaridad con el Pueblo de El Salvador, Wes Enzinna y Benjamin Dangl): La vieja Escuela de las Américas revivió en El Salvador como Academia Internacional de Aplicación del Derecho (ILEA, en inglés), con una base satélite en el Perú y 16,5 millones de dólares del presupuesto federal 2008 de EEUU. La ILEA, con inmunidad ante probables crímenes contra la humanidad, entrena anualmente en "técnicas anti-terroristas" a 1.500 oficiales de policía, jueces, fiscales y otros “funcionarios de la ley” de América Latina, mientras el viejo militarismo de EEUU amenaza de nuevo la paz y la democracia en la región y aumenta la ayuda militar, que en 2005 creció 34 veces respecto a 2000, en tanto un visible cambio de estrategia militar descentralizó los entrenamientos secretos de militares y policías latinoamericanos que incluyen torturas y técnicas de ejecución, junto con la reactivación de la IV Flota.


5) Apoderándose de los bienes de los manifestantes contra la guerra (por Michel Chossudovsky y Matthew Rothschild): Bush firmó dos órdenes ejecutivas que facultan al departamento del Tesoro para apoderarse de los bienes de quien sea percibido como amenaza para las operaciones en Oriente Medio, inclusive sus niños. La primera, "Bloqueando las propiedades de personas que amenazan los esfuerzos de estabilización en Iraq", firmada el 17 de julio de 2007, autoriza al departamento de Hacienda, en consulta con el departamento de Estado y el Pentágono, a confiscar bienes de ciudadanos y organizaciones de EEUU que "directa o indirectamente" amenacen las operaciones en Iraq. La segunda, "Bloqueando la propiedad de personas que minan la soberanía del Líbano, sus procesos e instituciones democráticas", del 1 de agosto, es casi idéntica pero más severa. Sin el derecho al debido proceso, la secretaría de Hacienda puede apoderarse de las propiedades de cualquiera que se oponga vagamente a la agenda de EEUU o arbitrariamente se le atribuya riesgo de violencia.


6) Derrota de la ley contra el “terrorismo doméstico de cosecha propia” (por Jessica Lee, Lindsay Beyerstein y Matt Renner): Una buena noticia es que parece haber fracasado otra ley “anti-terrorismo doméstico”, esta vez contra ciudadanos de ascendencia árabe o que profesen la fe islámica, sectores opuestos a la globalización y también críticos de la versión oficial del desplome de las Torres Gemelas y del Edificio Nº 7 el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. La legislación, que también es una afrenta a las libertades estadounidenses de expresión, al uso libre de Internet, a la privacidad y asociación, fue aprobada por 404-6 –casi por unanimidad– en la Casa de Representantes, pero el Senado la dejó de lado, contrariando a sus dos principales promotores bipartidarios: la congresista demócrata por California Jane Harman, jefa del Subcomité de Inteligencia, Información Compartida y Riesgo de Terrorismo, y el senador republicano por Connecticut Joseph Lieberman, presidente de los comités de Seguridad de la Patria y Asuntos Gubernamentales. Entretanto, Lieberman ha tratado de llevar la censura al popular YouTube, de Google.


7) Guest Workers Inc.: fraude y tráfico humano (por Mary Bauer, Sarah Reynolds, Felicia Mello y Chidanand Rajghatta): El sistema del “trabajador invitado” que emigra a trabajar a EEUU contratado en sus países de origen resulta lo más parecido a la esclavitud del siglo 21, según el congresista demócrata por Harlem Charles Rangel. El programa, que victimiza a los trabajadores inmigrantes pero ha sido elogiado y recomendado por Bush, es probable que sirva de plantilla para futuras reformas de la inmigración. Por ejemplo, 600 trabajadores sacados bajo engaño de la India y hacinados en trailers de una compañía naviera del Mississippi para trabajar como esclavos del siglo 21 en astilleros y embarcaciones, pagaron gastos de viaje, las prometidas “tarjeta verde” y una supuesta visa de residencia permanente vendiendo sus casas, automóviles y joyas de familia, además de pedir prestado, pero en EEUU se encontraron con una visa de trabajo por 10 meses y condiciones de vida y trabajo semejantes a la esclavitud.


8) Las órdenes presidenciales pueden cambiarse en secreto (por Sheldon Whitehouse [Senador de EEUU] y Marcy Wheeler): El senador Sheldon Whitehouse, demócrata por Rhode Island y miembro del Comité de Inteligencia del Senado, informó haber desclasificado tres documentos jurídicos de la Oficina de Consejos Legales (OLC, en inglés) del ministerio de Justicia que revelan que el Presidente Bush gobierna con Órdenes Ejecutivas secretas que tienen preeminencia sobre el Congreso, el Poder Judicial, el ministerio de Justicia y todo el sistema jurídico estadounidense. Marcy Wheeler, del The Guardian, de Londres, dijo que “las políticas de EEUU sobre tortura –y las opiniones dudosas en que se basan esas políticas– debieron ser expuestas cinco años antes. Pero por una cierta razón no fue así. No tenemos ninguna manera de saber a qué atenernos, en ese mundo arbitrario donde el Presidente puede ignorar sus propias Órdenes Ejecutivas”. Pareciera que Bush gobierna al estilo del emperador Calígula.


9) Testimonios de veteranos de Iraq y Afganistán (por Aaron Glantz, Aimee Allison, Esther Manilla, Chris Hedges, Laila Al-Arian y Soldado de Invierno): Los veteranos de Iraq y Afganistán describieron el impacto brutal de las ocupaciones en esos dos países en la revista The Nation, de julio de 2007, y en las jornadas del Soldado de Invierno (Winter Soldier), de Silver Springs, Maryland, en dos días de marzo de 2008, con la participación de Veteranos de Iraq Contra la Guerra y más de 300 ex militares estadounidenses. Las radios KPFA y Pacifica difundieron estas audiencias en vivo, con testimonios de los soldados sobre atrocidades horripilantes presenciadas o protagonizadas directamente por ellos mismos, revelando de paso cómo un problema estructural ha creado un ambiente de anarquía criminal en las tropas de EEUU. Expertos aseguran que las declaraciones de los veteranos permitirían investigar violaciones potenciales del derecho internacional de funcionarios de la administración Bush y del Pentágono.


10) Psicólogos cómplices de la tortura CIA (por Mark Benjamin, Katherine Eban y Democracy Now!): Cuando el periodismo denunció en 2005 que había psicólogos trabajando con militares de EEUU y la CIA para desarrollar métodos brutales de interrogatorio, los líderes de la Asociación de Psicólogos Americanos (APA) montaron un grupo de trabajo para examinar la cuestión. Tras dos días de deliberaciones, concluyeron que trabajando con los militares los psicólogos desempeñaban "un papel valioso y ético". Los psicólogos James Elmer Mitchell, perteneciente de frente a la CIA, y su colega Bruce Jessen, diseñaron el programa de entrenamiento militar secreto “Supervivencia, Evasión, Resistencia y Escape (SERE)”, que prepara a los soldados para soportar el posible cautiverio enemigo. De manera “cuasi-científica”, según psicólogos y otros conocedores directos de sus actividades, Mitchell y Jessen diseñaron la reingeniería de las tácticas aplicadas a los aprendices del SERE para usarlas contra detenidos en la guerra global al terrorismo.


11) El Salvador: Privatización del agua y Guerra Global al Terrorismo (Jason Wallach, Wes Enzinna, Chris Damon y Jacob Wheeler): En El Salvador se criminaliza la protesta social desde que la policía arrestó a 14 líderes y residentes de una comunidad que en julio de 2007 reclamó contra la privatización del abastecimiento y distribución del agua, el aumento del precio y la disminución del acceso y calidad del recurso. Desde octubre 2006 opera una ley anti-terrorista que criminaliza protestas como la del agua, susceptibles de largas condenas de presidio, aunque los salvadoreños continúan luchando porque el agua sea un derecho y no un crimen, mientras su presidente Elías Saca hizo del país un aliado fiel de EEUU en la militarización de su agenda neoliberal para América Latina. El Salvador sigue siendo la única nación latinoamericana con tropas en Iraq, fue el primero en firmar el CAFTA, en copiar la Ley Patriótica y alberga la controvertida Academia Internacional de la Aplicación de la Ley (ILEA).


12) Allegados de Bush profitan de la educación (por Mandevilla, de Diatribune y Daily Kos): Hasta Neil Bush, hermano menor del presidente de EEUU, ordeña la vaca de los fondos públicos estadales destinados al sistema escolar estadounidense que dice convertir a los niños en ciudadanos honestos, laboriosos y competitivos. El secreto es convertirse en proveedor SES, Servicio de Educación Suplementaria, y venderle tales “servicios suplementarios” al sistema escolar del estado, distrito por distrito. El sistema creó una parafernalia de controles que “ayudan” diagnosticando las fallas del sistema escolar y –¡obvio!– los estados deben pagar ese diagnostico. Un negocio redondo, aunque el remedio sea peor que la enfermedad y llene ciertos bolsillos. Esta obra maestra de la estafa escolar es posible porque “el asesor en educación del presidente” y amigo entrañable de la familia Bush, un tal Sandy Kress, profitador sin profesión conocida, inventó una institución llamada No Dejemos a los Niños Atrás (No Child Left Behind, NCLB), que sirve precisamente para hacer lo contrario.


13) Pesquisando miles de millones de dólares perdidos en Iraq (por Donald Barlett, James Steele y Matt Taibbi): Es increíble que además de crímenes y matanzas de civiles, los militares, los contratistas de Blackwater, de Halliburton y quienquiera que llegara a Iraq desde EEUU se dedicara también a robar. Desde abril de 2003, un mes después de la invasión, y durante más de un año, la Reserva Federal de EEUU envió 12 mil millones de dólares para “la reconstrucción” de Iraq a la Autoridad Provisional de la Coalición (léase gobernador Paul Bremer III), pero unos 9 mil millones desaparecieron por completo debido a un inexplicable descuido. El periodista Matt Taibbi, de la revista Rolling Stone, escribió: "Lo que la administración Bush ha creado en Iraq es una suerte de paraíso del capitalismo pervertido, en donde los réditos son extraídos forzadamente del cliente por el Estado y los obscenos beneficios no son repartidos por el mercado sino por una burocracia gubernamental no controlable".


14) EEUU es un gran basurero nuclear (por Diane D’Arrigo y Sunny Lewis): La energía atómica y las fábricas de armas nucleares hacen de EEUU un gran basurero nuclear, sin control ambiental ni del ministerio de Energía (DOE, en inglés). El material radiactivo se guarda en terraplenes, se recicla y revende para usarlo en concreto de edificios, equipos, asfalto, productos químicos, suelos, etc., también en recipientes inadecuados y sin preparación, negocios comerciales y áreas de recreación. Bajo el actual sistema, el DOE suministra directamente los materiales, los vende en subastas o los entrega en intercambios, o envía los materiales a procesadores que pueden utilizarlos sin atender a controles radiactivos. Cada vez es más frecuente el reciclaje de éstos materiales para su reutilización en la producción de artículos hogareños de uso diario y efectos personales, tales como cremalleras, juguetes, muebles, automóviles, construcción de caminos, escuelas y rellenos de patios.


15) Esclavitud mundial (por David Batstone y E. Benjamin Skinner): Aunque los grandes medios sólo le prestan atención a ciertas formas de esclavitud del comercio sexual, lo cierto es que hoy en el mundo existen 27 millones de esclavos; más que en cualquier otro momento de la historia humana. La globalización, la pobreza, la violencia y la avaricia facilitan el crecimiento de la esclavitud, no sólo en el tercer mundo, sino también en los países desarrollados. Tras la fachada de cualquier gran urbe o ciudad importante del planeta, hoy es probable encontrar un comercio próspero en seres humanos. 800.000 personas anuales se trafican a través de las fronteras y hasta 17.500 nuevas víctimas atraviesan cada año EEUU, según el ministerio de Justicia (DOJ). Más de 30.000 esclavos adicionales pasan por EEUU mientras son transportados a otros destinos internacionales. Los abogados del DOJ han procesado 91 casos de comercio de esclavos en ciudades de casi todos los 50 estados de EEUU.


16) Informe anual sobre derechos sindicales (por la Confederación Sindical Internacional): Colombia sigue siendo el país con más sindicalistas asesinados en el mundo, según el Informe Anual de Violaciones de Derechos Sindicales publicado por la Confederación Sindical Internacional (ITUC, en inglés). La edición 2007 del informe que cubre 138 países en 2006, demuestra un aumento alarmante de las personas asesinadas a consecuencia de sus actividades sindicales, de 115 reportadas en 2005 a 144 en 2006. Secuestraron o “desaparecieron” a muchos más sindicalistas alrededor del mundo, en tanto miles fueron arrestados durante el año por su participación en acciones de huelga y protestas, mientras otros millares fueron despedidos en venganza por organizarse. También creció la cantidad de activistas sindicales de África, las Américas, Europa, Asia y el Pacífico, víctimas de la brutalidad de las policías y asesinados por ser vistos como opositores de los gobiernos favorables a las corporaciones.


17) ONU: Vacuidad de la Declaración de Derechos Indígenas (por Haider Rizvi, Brenda Norrell y Tom Griffiths): Tres meses después que la ONU aprobara en septiembre de 2007 la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas, los aborígenes alrededor del mundo protestaron por su exclusión en Bali del Convenio Base ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC, en inglés), pese a que fueron invitados a participar. La Declaración Universal de la ONU llamó a reconocer los derechos a la autodeterminación y al control sobre las tierras y recursos de 370 millones de indígenas, después de 22 años de negociaciones que involucraron a Estados miembros, grupos internacionales de la sociedad civil y a representantes de las comunidades aborígenes del mundo. Solamente EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelandia votaron en contra, aduciendo que la autodeterminación y el control indígena sobre tierras y recursos naturales obstaculizarían el desarrollo económico y minaría el "establecimiento de normas democráticas".


18) Crueldad y muerte en las prisiones juveniles de EEUU (por Holbrook Mohr): Una horrorosa realidad viven los jóvenes de los centros correccionales de EEUU, donde padecen abusos sexuales y físicos e incluso la muerte. El departamento de Justicia (DOJ), que carece de poder para cerrar instalaciones, entabló pleitos contra centros para jóvenes delincuentes de once estados por supervisión abusiva o negligencia dañina, entendiendo que un juicio puede conducir a los estados a mejorar sus centros de detención, a menudos operados por contratistas privados, y proteger así los derechos civiles de la juventud encarcelada. La carencia de supervisión y los estándares aceptados sobre abusos hacen difícil saber cuántos jóvenes han sido asaltados o víctimas de negligencia. Associated Press estableció que hubo 13.000 demandas por abusos en centros juveniles a través del país entre el 2004 y 2007, casi un tercio del total de detenidos, que eran cerca de 46.000 en 2007, cuando se hizo la indagación.


19) Criadores indígenas y pequeños granjeros luchan contra la extinción del ganado (por Centro Internacional para el Desarrollo e Intercambio Sustentable y Representantes de pastores, pueblos indigenas y pequeños campesinos): El modelo industrial de producción ganadera causa la destrucción mundial de la diversidad animal. Por lo menos una cría de ganado indígena muere cada mes como resultado del exceso de confianza en las castas selectas importadas de Estados Unidos y Europa, según el estudio "El estado de los recursos genéticos del mundo animal" de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Desde que en 1999 comenzó la investigación para el informe, se identificaron dos mil castas locales en riesgo. Organizaciones y ONGs de 26 países estiman que este sistema industrial de crianza y de producción de ganado amenaza al desarrollo sostenible y a la seguridad alimentaria global. Sin embargo, el Plan de Acción Global de la misma FAO eludió esta realidad.


20) Nuevo record en arrestos por marihuana (por Bruce Mirken y Paul Armentano): Cada año aumentan en EEUU los arrestos por posesión de marihuana. Por cuarto año consecutivo, las detenciones marcaron un récord, según el Informe del Crimen Uniforme del FBI para 2006. Las aprehensiones sumaron 829.627, con un aumento de 43.000 personas respecto a los 786.545 detenidos de 2005. La tasa actual de aprehensiones significa que cada 38 segundos resulta detenido un fumador de marihuana que se incorpora a una población cautiva que corresponde a casi el 44 por ciento de todas las detenciones por droga en Estados Unidos. En la última década, más de 8 millones de estadounidenses han sido arrestados con cargos relacionados con marihuana, mientras declinan las detenciones por cocaína y heroína, según Allen St. Pierre, director ejecutivo de la Organización Nacional por la Reforma de las Leyes de Marihuana (NORML, en inglés). El número de arrestados aumentó más de 5,4 por ciento en 2006 respecto a 2005.


21) La OTAN planea “el primer golpe nuclear” (por Ian Traynor, The Guardian): La Organización Tratado del Atlántico Norte (OTAN) considera viable un primer golpe nuclear a ser utilizado dondequiera en el mundo en que pueda surgir una amenaza. Los detalles de implementación de la idea aparecen en una suerte de manual para un golpe de estado planetario de 150 páginas, concebido por las mentes de ex jefes de las fuerzas armadas de EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia y los Países Bajos.

Los ex jefes militares advierten sobre las siguientes amenazas dominantes:
- Fanatismo político y fundamentalismo religioso
- El "lado oscuro" de la globalización significa terrorismo internacional, crimen organizado y diseminación de armas de destrucción total
- Cambio climático e inseguridad energética exigen una competencia por los recursos y una potencial migración "ambiental" a escala total
- El debilitamiento del estado nación, así como de organizaciones tales como la ONU, OTAN y la UE.


22) CARE rechaza ayuda alimentaria de EEUU (por Ellen Massey y Revolution Cooperative): Como en el refrán “Mejor ¡no me ayude compadre!”, CARE, la organización de caridad más grandes y más conocida de EEUU, concluyó que la forma en que el país del norte encara la ayuda alimentaria en vez de combatir estructuralmente al hambre en el mundo, la solidifica y eterniza, porque el principal interés de su “ayuda” es convertir en dinero efectivo los excedentes agrícolas estadounidenses que fueron producidos por una agricultura ya subsidiada por los contribuyentes y que, de paso, distorsiona el mercado alimentario mundial. CARE anunció en agosto de 2007 que rehusaba recibir 45 millones de dólares al año en ayuda alimentaria del gobierno de Estados Unidos por estimar que las condiciones impuestas para su distribución no alivian el hambre. EEUU destina 2 mil millones dólares anuales a asistencia alimentaria para alimentar poblaciones que sufren hambre crónica, pero exige que las cosechas se compren en EEUU.


23) El público consume medicinas que no necesita (por Shreema Mehta): La publicidad engañosa de las compañías farmacéuticas fabrica necesidades, ocultando a menudo al público los efectos secundarios de ciertos medicamentos. Las compañías de EEUU deben someter su publicidad a la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, su sigla en inglés), pero la agencia no la revisa antes de que se haga pública. Un informe de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno (GAO, en inglés) de noviembre de 2006 encontró que sólo se revisa una pequeña porción de avisos y no siempre con los mismos criterios. Alegando falta de fondos para un control eficaz, la FDA pidió que una reforma de la Ley de Honorarios en la Prescripción de Drogas al Usuario (PDUFA, en inglés) endose a la industria farmacéutica el pago de los gastos de revisión que debería efectuar la agencia antes que los anuncios se hagan públicos. Aunque equivale a poner a los ratones a vigilar el queso, ya es una realidad desde que Bush renovó la PDUFA.


24) Japón duda de la versión oficial del 11/9 y no quiere más guerra (por Benjamín Fulford): El parlamentario Yukihisa Fujita desafió la validez de la guerra al terrorismo de EEUU y pidió que Japón abandone Afganistán durante una sesión de la Cámara Alta que en enero de 2008 debatió la renovación de la ley antiterrorista que faculta el apoyo logístico japonés a las tropas de la coalición. La transmisión del debate permitió que los japoneses conocieran por primera vez un cuestionamiento frontal de la versión oficial de la tragedia de Nueva York de 2001. El periodista Benjamin Fulford dijo que el parlamentario de Japón, que es un país aliado de EEUU, mostró a través de la TV nacional evidencia de gran alcance de que el gobierno de EEUU asesinó a 3.000 de sus propios ciudadanos, así como a 24 personas de Japón y a gente de muchas otras naciones. Pero Fulford no pudo llevar a Fujita a una rueda de prensa en el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón porque no se lo permitieron sus propios colegas estadounidenses.


25) ¿Por qué destruyeron al gobernador de NY Eliot Spitzer? (por Por F. William Engdahl): Cuando una prominente figura pública resulta destruida de una manera tan espectacular como la exposición al escarnio público del ex gobernador demócrata del estado de Nueva York, el periodista F. Guillermo Engdall recomienda preguntarse quién se beneficia y por qué querría eliminar a esa persona, sobre todo porque un vulgar encuentro con una prostituta de lujo poco tiene que ver con los estándares morales de la administración Bush respecto a los altos servidores públicos. Eliot Spitzer fue el blanco probable de una operación de la Casa Blanca y de Wall Street para silenciar a un crítico peligroso y locuaz de la conducción de la llamada “crisis sub-prime” del mercado financiero. Spitzer culpó de frente a la administración Bush de favorecer a los prestamistas rapaces ante el Subcomité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, en entrevistas por CNBC TV y en un editorial del Washington Post que apareció el día anterior al escándalo.

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